20 Marzo Calendario Cuaresma

Evangelio del día

Lectura Evangelio según san Lucas 13,1-9

En aquella ocasión se presentaron algunos a informarle acerca de unos galileos cuya sangre había mezclado Pilato con la de sus sacrificios.
Él contestó:
—¿Piensan que aquellos galileos, sufrieron todo eso porque eran más pecadores que los demás galileos? Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten, acabarán como ellos.
¿O creen que aquellos dieciocho sobre los cuales se derrumbó la torre de Siloé y los mató, eran más culpables que el resto de los habitantes de Jerusalén? Les digo que no; y si ustedes no se arrepienten acabarán como ellos.
Y les propuso la siguiente parábola:
—Un hombre tenía una higuera plantada en su viña. Fue a buscar fruto en ella y no lo encontró.
Dijo al viñador:
—Hace tres años que vengo a buscar fruta en esta higuera y nunca encuentro nada. Córtala, que encima está malgastando la tierra.
Él le contestó:
—Señor, déjala todavía este año; cavaré alrededor, la abonaré, a ver si da fruto. Si no, el año que viene la cortas.

Palabra de Dios.

Reflexión

¿Estoy atento a los signos de los tiempos, los sé interpretar a la luz del Evangelio? ¿Estos signos sirven para profundizar mi conversión?

¿Si yo fuera una higuera, en que estado estaría (produce fruto, es estéril, se esta secando, etc.)? ¿Cuáles son los frutos a los que me siento llamado a dar? ¿Trabajo para darlos?

¿Comprendo que la higuera no puede producir fruto sin un viñador que le dé agua y la atienda? ¿Y yo sin Dios, que sería? ¿Pudiera acaso solo producir frutos?

¿Qué siento al saber que el Señor tiene paciencia para conmigo, y espera mis frutos? ¿El saber que espera mis frutos me fortalece y motiva para darlos?

Oración

Como la higuera estéril, no doy, Señor, los frutos esperados. Mis manos vacías no presentan el gozo de la cosecha, pero aguarda, Señor, no agotes tu paciencia.
De nuevo dedícame tu cuidado, porque una savia nueva ponga nuevo vivir en mí y al fin los frutos que con justicia esperas, serán gozo, en mí por habértelos dado, y en Ti, por recibirlos.
No dejes que mis manos permanezcan vacías.
Cuando llegues, Señor, a recoger cosechas, que desborden los frutos y si acaso no fuesen los que halles tantos como esperas, sea que por amor a Ti, los he ido dando.

Amén.