DOMINGO 11 DE MAYO «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre somos uno».

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, en este domingo cuarto del tiempo de Pascua celebramos el domingo del buen Pastor. “Yo soy el buen Pastor que conozco a mis ovejas y doy mi vida por ellas”. Estas son tus palabras, Señor. Y para que nos demos cuenta de lo que esto implica, añades: “Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen”.

 Por este motivo celebramos hoy la jornada mundial de oración por las vocaciones. Ayúdanos, Señor Jesús, a comprender lo que esto significa para todos nosotros, porque hablar de vocación es hablar de todos y cada uno de los cristianos. Cada uno tenemos nuestra vocación. Hemos recibido una llamada de Dios para ejercer una misión en el mundo, siempre al servicio de los demás.

Jesús, tú eres el buen Pastor que nos conoces personalmente y nos guías por los mejores caminos con tus palabras del evangelio y tus orientaciones en nuestra conciencia. Bendícenos con tu gracia para que podamos responder lo mejor posible a la misión que nos encomiendas. De una manera especial te queremos pedir hoy por el nuevo Papa León XIV que, a través de la elección de los cardenales, has nombrado Pastor de la Iglesia Universal, siguiendo tu ejemplo y tu palabra. Que nuestra oración y nuestro afecto le acompañen con la luz y la fuerza de tu Espíritu, el Espíritu Santo que está presente en su ministerio.

Te pedimos también, Señor Jesús, en esta jornada de oración por las vocaciones para que haya jóvenes cristianos dispuestos a acoger tu llamada y seguir la vocación sacerdotal. Sabemos por experiencia que tu llamada a una vocación va acompañada de las gracias necesarias para vivir con alegría la misión que nos encomiendas.

Señor Jesús, alimenta nuestro espíritu con tu Palabra. Queremos dejarnos guiar por la luz de tu verdad. Fortalece nuestra vida con el pan eucarístico que es tu Cuerpo para la vida del mundo. Aumenta nuestro amor a la eucaristía y ayúdanos a seguir tus pasos como buen Pastor. Que la celebración de este domingo nos llene de alegría y sepamos comunicarla a nuestros familiares y amigos.

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Marina María Peñacoba Rogel

Marina pertenece a la parroquia de Santa María La Real y Antigua en Gamonal.

En ella es catequista de Comunión desde los 18 años y miembro del Coro Parroquial.

A nivel de la diócesis participa en el coro diocesano «Pedal» (Potente Equipo de Animación Litúrgica) y en el de la Parroquia del Espíritu Santo.

También forma parte de un Grupo de Vida de Jóvenes desde hace casi 10 años.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Jesús es mi guía y mi pilar, sobre Él apoyo toda mi vida (mis problemas, preocupaciones, deseos, esperanzas y alegrías).

El saber que Él siempre me acompaña, me da tranquilidad, confianza y fuerza para afrontar la vida en todas sus dimensiones.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

Sobre todo en la oración pero en general, en el día a día. Gracias al grupo de vida al que pertenezco, «he aprendido a ver a Jesús en los pequeños detalles», en las personas con las que me cruzo y con las que comparto gran parte de mi día, como compañeros de trabajo, amigos y familia. Ellos me acercan a Jesús.

En la oración diaria comparto con Él muchos de los momentos vividos con estas personas, circunstancias, preocupaciones y deseos.

«Hablar con Él me da paz».

En tu opinión, ¿Cuáles pueden ser hoy buenos signos externos que muestren a los demás nuestra fe en que Jesús resucitó y vive?

La fe se nota en nuestra forma de vivir la vida. En nuestra ALEGRÍA por Cristo resucitado y nuestra ESPERANZA de salvación.

Esta alegría y esperanza se refleja en mi relación con los demás, así como los valores que Jesús nos inculcó. Él es mi maestro y mi ejemplo, e intento seguir sus enseñanzas en mí día a día.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

Desde mi punto de vista, hablar de Dios con alguien no creyente, se debe hacer desde la cercanía y la naturalidad.

Sin imponer nuestra creencia, podemos compartir experiencias personales y ejemplos de cómo la fe ha influido en nuestra vida.

Todo esto por supuesto, acompañado de nuestro ejemplo de vida y coherencia con las enseñanzas y valores que Jesús nos enseñó.

DOMINGO 04 DE MAYO «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez:
«¿Me quieres?»
Y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, a la luz de tu evangelio está bien claro que te apareciste repetidas veces a tus apóstoles que habían de ser continuadores de tu misión en el mundo. De esta forma pones de manifiesto que “sigues estando presente con nosotros todos los días hasta final de los tiempos”.

En el evangelio de hoy te haces presente a un buen grupo de apóstoles cuando están pescando en el lago de Tiberíades. Después de una noche sin coger nada, les indicas dónde echar las redes. Gracias, Jesús, porque en este evangelio nos muestras que contigo todo es posible y sin ti no conseguimos nada. Gracias porque en la pesca milagrosa aparece un número que es signo de plenitud: 153 peces, resultado de sumar el cuadrado de dos números perfectos, 12 y 3, es decir, 144 más 9, igual a 153. Algo importante nos quieres enseñar con este número de plenitud. Todos estamos llamados a gozar los dones de tu gracia y todos cabemos en la barca de la Iglesia. “Y aunque eran tantos, no se rompió la red”.

Gracias también porque, al comer con tus discípulos, nos muestras que es verdad tu presencia de resucitado, que has vencido el mal y la muerte y nos invitas a compartir contigo y con los hermanos el pan de vida que es tu Cuerpo Resucitado.

Gracias, Señor Jesús, porque en estos días de elección de un nuevo Papa nos haces a todos, empezando por el que habrá de ser elegido, la pregunta decisiva: “N. (mi nombre y el tuyo) ¿me amas?” Tu pregunta es con un verbo que lleva consigo, no solo amistad recíproca, sino donación total a ejemplo de tu amor.

Gracias, Jesús, porque en el encargo que haces al apóstol Pedro, “Apacienta mis corderos… Pastorea mis ovejas”, nos encargas a todos nosotros, como seguidores tuyos y miembros de la Iglesia, pedir a Dios Padre, especialmente estos días, el don del Espíritu Santo para el nuevo Papa, el que habrá de ser Pastor de la Iglesia universal, al servicio de toda la Iglesia y para bien de todos los hombres. Ojalá que también nosotros podamos responder: “Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero”. 

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Feli Pozo Ramos

Feli es burgalesa de nacimiento y actualmente está jubilada.

Fue enfermera, una profesión que ha vivido con mucha vocación.

Desde 1969, es Hija de la Caridad, perteneciendo a la Comunidad de Rosalía Rendú, enclavada en el Barrio de San Pedro de la Fuente en Burgos desde el año 2012.

Desde el 2013 es «Delegada Diocesana de la Pastoral de la Salud» en nuestra Diócesis de Burgos.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Jesús para mí desde una visión teológica, es la presencia de Dios Padre hecho hombre. Quiso tomar esta condición humana para redimir el pecado de la humanidad, para mostrarme su amor y enseñarme el camino que le lleva a realizar en el mundo el plan de su Padre; y «yo quiero imitarle y seguirle».

 Jesús para mí, es presencia; lo siento y lo encuentro siempre  a mi lado.

En el camino que hacemos juntos,  Él va modelando mi vida, me va transformando. Vivimos un proceso donde va educando mi apego a mis propias contradicciones, mis enfoques equivocados, mis tropiezos y debilidades humanas.

Su presencia ilumina mi vida interior, me ayuda a recuperar la paz y serenidad que pierdo por culpa de mis errores; me mantiene la confianza superando la oscuridad. Estar conmigo me ayuda a tener una mirada más amplia sobre la humanidad universal.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

Un momento importante para mí, es «la oración».

Puedo decir que es un punto central en mi vida, aunque no el único, pues mi relación con Jesús además de mi vida interior concierne a toda mi existencia. Abarca  mi vida fraterna en comunidad y como miembro que soy  de la Compañía de las Hijas de la Caridad; afecta  a la relación con mi familia; involucra a mi ser y vivir como Iglesia y colaborar en sus diferentes estancias y servicios; implica a mi honestidad con la sociedad en la que me ha tocado vivir y, toca a todas  las circunstancias que se me dan día a día.

«Caminar con Jesús, desde mi humildad, me ayuda a mirar la vida como un don».

Don que agradezco y disfruto todos los días y que en la medida de mis posibilidades lo vivo en gratuidad con los demás. Con una cercanía cuidada con los más necesitados, los más frágiles, los que sufren por causa de su salud, limitaciones y carencias.

Este es el camino y mensaje que Jesús vivió, al que me invita y en el que deseo realizar los Planes del Padre.      

En tu opinión, ¿Cuáles pueden ser hoy buenos signos externos que muestren a los demás nuestra fe en que Jesús resucitó y vive?

Vivir gozosamente mi fe con actitud de confianza y esperanza. Poner atención a todo lo bueno y positivo que hay en los demás y en el mundo. Acompañar y apoyar con gestos concretos las expectativas de los hombres. Estar cerca de las personas en sus necesidades y circunstancias concretas.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

En nuestro ambiente, para muchos la fe no tiene que ver con la vida cotidiana y con las cosas que interesan.

«La fe es un don, quien lo tiene es un misterio», por lo tanto tengo que agradecer que yo viva con el don de la fe que necesito cultivar.

El lenguaje más elocuente es el de mis obras, el modo de vivir y dar sentido a mi vida. Aquí me cabe una reflexión y una tarea: irradiar la satisfacción de haber conocido a Jesús y hacer con El gozosamente el camino de mi vida. Vivir con convicción y compromiso mi carisma de Hija de la Caridad en las distintas situaciones que se dan en la Iglesia. Es la hora del testimonio.

En  mi vida he estado y estoy entre personas que sufren la enfermedad o la muerte en su propia piel o en personas queridas. A veces, no creyentes verbalizan que las personas con fe en esas experiencias dolorosas tienen otros recursos. Cuando viven circunstancias de impotencia y dolor se sienten interrogadas por otras formas de vivir lo que a ellas en ese momento les supera.  Son espacios en los que les comparto: “la confianza y fortaleza que  da  el  sentirse acompañado y sostenido por la fe; y que para los creyentes, la certeza del encuentro final con Cristo, ilumina y da sentido a estas  situaciones dolorosas y también en todas las vivencias de la vida.

Cuando se vive el dolor en ambientes de increencias, mi cometido en esos momentos, es de presencia y escucha; con un acompañamiento que aporte consuelo y si procede con una palabra de aliento.

DOMINGO 27 DE ABRIL «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, después de siete días seguimos celebrando con alegría el hecho más increíble que ha ocurrido en la historia de la humanidad, tu Cuerpo muerto, que fue depositado en el sepulcro de Jerusalén, “resucitó al tercer día y vive”. Es el acontecimiento más importante de nuestra fe, que se fundamenta en un hecho acreditado por la palabra y la vida de los que fueron testigos de tu presencia como Resucitado: “A este Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos”.

El evangelio de hoy nos permite situarnos en la tarde-noche de aquel primer día de la semana en que tú te hiciste presente entre tus discípulos. Gracias, Jesús, porque has querido hacerte visible en medio de tus discípulos cuando estaban reunidos con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Gracias porque les has enseñado las manos y el costado para que se convencieran de que eres tú mismo en persona, el crucificado que has resucitado. Gracias porque el saludo de paz que les repites hasta tres veces en el evangelio de hoy, es también para nosotros: “Paz a vosotros”. Y nos haces partícipes de tu misión en el mundo: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo… Recibid el Espíritu Santo”.

Gracias, Señor Jesús, porque, a través del apóstol Tomás, nos diriges una amable corrección que nos hace mucho bien: “No seas incrédulo, sino creyente”. Y nos alegra recibir tus palabras de bienaventuranza: “Bienaventurados los que crean sin haber visto”. Gracias, Señor Jesús, porque este evangelio ha sido escrito “para que creamos que tú eres el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengamos vida en tu nombre”.

Hoy, domingo de la misericordia, “damos gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. Como bien dijo el Papa Francisco, que acaba de morir, en su segundo día como Papa en marzo de 2013, “El mensaje de Jesús es la misericordia. Para mí, lo digo desde la humildad, es el mensaje más contundente del Señor”. ¡Dios de misericordia infinita! Acrecienta en nosotros los dones de tu gracia. Ayúdanos a vivir la fe, la esperanza y el amor.  

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Alejandro Garmón Izquierdo y Edurne García Herrería

Alejandro y Edurne llevan casados desde 2007.

Viven en el barrio y son padres de dos hijos de 13 y 9 años que asisten a catequesis en la parroquia de San Pedro de la Fuente.

Vinculados a la parroquia del mismo nombre, siendo integrantes del Coro de Familias desde 2024.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, decidnos si Jesús es para vosotros alguien que vive y que os relacionáis con él. ¿Quién es Jesús para vosotros?

Jesús es alguien vivo, presente en nuestras vidas influyendo en ellas como hijo de Dios que se sacrificó por nosotros, pero también como ejemplo de vida y de valores dignos de seguir y de transmitir a nuestros hijos.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tenéis con Jesús o esa relación de Jesús con vosotros?

A diario, en nuestra forma de relacionarnos con los demás intentamos seguir las enseñanzas que Jesús nos ofrece y transmitírselas a nuestros hijos y ponerlas en práctica como familia.

Además, por supuesto, rezando, acudiendo a la iglesia y en el último año descubriendo que «una preciosa forma de orar es cantar» y «tenemos el inmenso placer de hacerlo en familia» y rodeados de gente maravillosa como los miembros del coro de la parroquia.

¿Qué consecuencias tiene en vuestra vida normal de cada día esta fe o creencia en Jesús que vive?

En la alegría de sentirnos parte de una comunidad y la esperanza de la vida eterna.

¿Qué le diríais a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

No nos vemos capaces de explicar y mucho menos de convencer a nadie, pero, con humildad, sí creemos que es importante acercarse, escuchar con el corazón y dar ejemplo con nuestras acciones.

DOMINGO 20 DE ABRIL «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra de Dios.

Oración

Señor y Dios nuestro, Jesucristo Resucitado. Hoy celebramos la Pascua, porque tú, Jesús, has pasado de la muerte a la vida, has resucitado. ¡Aleluya! ¡Alegrémonos, porque Jesús resucitó y vive! ¡Alabemos al Señor, nuestro Dios!

Al amanecer del tercer día después de su muerte, el primer día de la semana, las mujeres, entre ellas María Magdalena, fueron al sepulcro, y encontraron corrida la piedra de entrada. Escucharon el mensaje: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado”. Gracias, Señor Jesús, porque con tu Resurrección has vencido a la muerte. Y nos das esperanza para que esa victoria se cumpla también en nosotros.

El evangelio de hoy tiene dos palabras que encierran una gran enseñanza para todos nosotros: “Vio y creyó”. Cuando Pedro y Juan, tras recibir la información de María Magdalena, fueron a comprobar que el sepulcro estaba vacío, dice el mismo San Juan que lo escribió: “Vio y creyó”. ¿Qué vio y qué creyó? Esta es la pregunta que merece la pena responder en el evangelio de hoy.

Vio los lienzos de tela, la túnica de lino que había envuelto el cuerpo muerto de Jesús; lienzos y sudario “tendidos en el suelo”, o sea, aplanados a ras de suelo. No estaba tu cuerpo, Señor Jesús, y habías dejado tu imagen impresa en la túnica. Y Juan, que lo cuenta, creyó que habías cumplido tu palabra: “Al tercer día resucitaré”.  

A partir de este momento, tus discípulos, que hoy somos nosotros, creemos en tu presencia de Resucitado. Frutos de tu Espíritu de Dios son amor, alegría, paz… y una nueva vida con esperanza, una “esperanza que no defrauda”.  

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Carmen Cuadrillero Ibáñez

Carmen es natural de Villalba de Duero; un pueblo cerquita de Aranda.

Vive en el barrio desde hace 8 años, está casada y tiene dos hijos de 19 y 14 años.

Pertenece a la Parroquia de San Pedro de la Fuente dónde es cofrade de la Cofradía de la Oración en el Huerto y Nuestra Señora de los Dolores; la cual este año celebra su 40º Aniversario. En ella ocupa el cargo de Maestro de Ceremonias desde el año 2024.

También es catequista de niños de Comunión.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Jesús vive conmigo cada día. Es «mi faro en la adversidad» y mi amigo en los buenos momentos.

Es el apoyo que me sostiene cuando la vida me hace pasar pruebas muy duras y a quien dar gracias por la paz y la serenidad que trae a mi vida.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

Me relaciono con Jesús todos los días de distintas formas. Doy gracias cuando siento su ayuda y, en la oración, encuentro consuelo y paz.

¿Qué consecuencias tiene en tu vida normal de cada día esta fe o creencia en Jesús que vive?

Me provoca felicidad, me empuja hacia los demás y, sobre todo, pone en mi camino buenas personas en las que confiar.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

Le diría: para; tómate un tiempo para acercarte a Jesús y rezar.

Siente la paz en esa oración. Déjate querer por Jesús porque es la experiencia más bonita que vas a vivir.

CALENDARIO DE PASCUA ‘2025’

¡CRISTO RESUCITÓ!

y

SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

El Papa Francisco, después del Sínodo dedicado a los jóvenes en el 2018, escribió la Exhortación Apostólica CHRISTUS VIVIT”. Son las dos palabras con las que comienza esta carta. Título en español: “VIVE CRISTO, ESPERANZA NUESTRA”. En los nº 1-2 dice “Las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son:‘¡Cristo vive y te quiere vivo!’. Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas tocado por la tristeza, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza”.

Es la verdad fundamental de nuestra fe. Así lo dice San Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también nuestra fe… Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto” (1Cor 15, 14.20). Es decir, Cristo ha resucitado primero y es garantía de que también nosotros resucitaremos.

Siendo verdad que Cristo ha resucitado, nuestra fe cristiana se fundamenta en la victoria de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal, de la verdad sobre la mentira, del gozo y la esperanza sobre la tristeza y la desesperanza.

Este tiempo de Pascua queremos hacerte partícipe de la alegría pascual a través del testimonio de unas personas que viven y comparten su vida de fe entre nosotros.

Cada semana de Pascua una persona aparecerá en nuestra página para testimoniar su fe. Deseamos que lo disfrutes con nosotros.

Abril

Domingo

20

I Domingo de Pascua

Domingo

27

II Domingo de Pascua

Mayo

Domingo

04

III Domingo de Pascua

Domingo

11

IV Domingo de Pascua

Domingo

18

V Domingo de Pascua

Domingo

25

VI Domingo de Pascua

Junio

Domingo

01

VII Domingo de Pascua

Domingo

08

Solemnidad de Pentecostés

Viernes Santo «S. SANTA 2025»

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18, 1 – 19, 42

Cronista:
En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ «¿A quién buscáis?».

C. Le contestaron:
S. «A Jesús, el Nazareno».

C. Les dijo Jesús:
+ «Yo soy».

C. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ «¿A quién buscáis?».

C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno».

C. Jesús contestó:
+ «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos».

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».

C. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».

C. Él dijo:
S. «No lo soy».

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Jesús le contestó:
+ «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho».

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?».

C. Jesús respondió:
+ «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?».

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

C. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?».

C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy».

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo en el huerto con él?».

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?».

C. Le contestaron:
S. «Si este no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».

C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley».

C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Jesús le contestó:
+ «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

C. Jesús le contestó:
+ «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

C. Pilato le dijo:
S. «Entonces, ¿tú eres rey?».

C. Jesús le contestó:
+ «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?».

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Volvieron a gritar:
S. «A ese no, a Barrabás».

C. El tal Barrabás era un bandido.

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. «Salve, rey de los judíos!».

C. Y le daban bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. «He aquí al hombre».

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. «Crucifícalo, crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».

C. Los judíos le contestaron:
S. «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?».

C. Pero Jesús no le dio respuesta.

Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».

C. Jesús le contestó:
+ «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. «Si sueltas a ese, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo “Gábbata”). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.

Y dijo Pilato a los judíos:
S. «He aquí a vuestro rey».

C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?».

C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César».

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

C. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice “Gólgota”), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, e! Nazareno, el rey de los judíos».

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. «No escribas “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: soy el rey de los judíos”».

C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está».

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
+ «Mujer, ahí tienes a tu hijo».

C. Luego, dijo al discípulo:
+ «Ahí tienes a tu madre».

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

C. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
+ «Tengo sed».

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ «Está cumplido».

C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

[Todos se arrodillan, y se hace una pausa.]

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura:
«No le quebrarán un hueso»;
y en otro lugar la Escritura dice:
«Mirarán al que traspasaron».

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra de Dios.

«La esperanza en la cruz: el amor más grande»

Jesús carga con la cruz, sufre y muere por nosotros.

Guardemos silencio.

A veces, cuando sufrimos o vemos a otros sufrir, podemos sentirnos sin esperanza.

Sin embargo, Jesús nos enseña que su amor es más fuerte que el dolor y que nunca nos abandona.

Ante el hecho de la Muerte de Jesús en la Cruz, es lógico preguntarnos:

  1. ¿Cómo es posible que Jesús, siendo el Hijo de Dios, siendo Dios hecho hombre, muera condenado por los hombres en una cruz?
  2. La Pasión de Jesús según San Juan pone de manifiesto que Jesús pudo evitar el sufrimiento, incluso el caer en manos de los que le perseguían. Cuando responde “Yo soy”, a los que iban “con antorchas y armas” a detenerle en el Huerto de los Olivos, todos “retrocedieron y cayeron a tierra”. Si pudo evitar la pasión y la muerte en cruz, ¿por qué no lo hizo?
  3. Incluso Pilato, antes de entregar a Jesús para que lo crucificaran, dijo: “Yo no encuentro en él ninguna culpa”. Y el centurión romano que fue testigo de la muerte de Jesús, al ver lo ocurrido, dice: “Realmente este hombre era justo”. ¿Qué te sugieren estos testimonios? ¿Qué hay detrás de la muerte de un inocente como Jesús?

¡Qué bien si hacemos ORACIÓN ante Jesús que muere en la Cruz!

Señor Jesús, en este Viernes Santo celebramos un momento cumbre de la historia de la humanidad, y especialmente de la historia de nuestra fe cristiana: tu Pasión y tu Muerte en la Cruz. Tú que “pasaste por la vida haciendo el bien”, fuiste condenado a muerte como un malhechor. Por eso, nuestra celebración de esta tarde se llama “Celebración de la Pasión del Señor”. Y requiere hondo silencio y profunda contemplación.

Contemplación de tu Pasión y Muerte a la luz del evangelio de San Juan; y contemplación de tu Cruz para adorar el signo que nos identifica como cristianos.

¡Qué importante escuchar al pie de la Cruz las siete palabras que salen de tu boca tal como nos las transmiten los evangelios! Son oraciones que nos enseñan a orar en situaciones difíciles, a la luz de tu experiencia vivida a punto de morir:

  • “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.
  • “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”.
  • “Dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu Hijo’. Luego dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’”.
  • “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
  • “Tengo sed”.
  • “Todo está cumplido”.
  • “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.

“Y dicho esto, expiró”. Con otras palabras, “Inclinando la cabeza, entregó el espíritu”.

Amén.

Jueves Santo «S. SANTA 2025»

Lectura del santo Evangelio según San Juan 13, 1-15

Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo.

Estaban cenando; ya el diablo había suscitado en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la intención de entregarlo; y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido.

Llegó a Simón Pedro, y este le dice:
«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?».

Jesús le replicó:
«Lo que yo hago, tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde».

Pedro le dice:
«No me lavarás los pies jamás».

Jesús le contestó:
«Si no te lavo, no tienes parte conmigo».

Simón Pedro le dice:
«Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza».

Jesús le dice:
«Uno que se ha bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. También vosotros estáis limpios, aunque no todos».

Porque sabía quién lo iba a entregar, por eso dijo: «No todos estáis limpios».

Cuando acabó de lavarles los pies, tomó el manto, se lo puso otra vez y les dijo:
«¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? Vosotros me llamáis “el Maestro” y “el Señor”, y decís bien, porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y el Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros: os he dado ejemplo para que lo que yo he hecho con vosotros, vosotros también lo hagáis».

Palabra de Dios.

«La esperanza brilla en el servicio y en la Eucaristía»

En este pasaje Jesús se puso a lavar los pies de sus discípulos, como un sirviente.

Después, en la Última Cena, nos dejó el regalo más grande: «la Eucaristía», su propio cuerpo y sangre.

A veces, pensamos que ser grandes es que nos sirvan, pero Jesús nos enseña lo contrario: «el que ama, sirve».

En un día como hoy, Jueves Santo, podemos preguntarnos:

  1. ¿Cuál es el misterio de nuestra fe que celebramos los cristianos el Jueves Santo?
  2. ¿Por qué crees que Jesucristo instituyó la Eucaristía, el hacerse de verdad presente en un poco de pan convertido en su Cuerpo entregado?
  3. El Jueves Santo Jesús nos dejó el mandamiento nuevo del amor fraterno. ¿Se te ocurren dos o tres ejemplos concretos de cómo poner en práctica este mandamiento?

Enséñanos, Señor, a ORAR?

Señor Jesús, hoy comenzamos el Triduo Santo, tres días en los que la Iglesia, los cristianos, celebramos los misterios de la Salvación realizados por ti, Jesucristo, en los últimos días de tu vida. En este primer día del Jueves Santo nos reunimos por la tarde para hacer presente entre nosotros aquel momento único de tu última cena con tus discípulos.

Hiciste posible, y lo haces también ahora, el milagro de tu presencia a través del pan y el vino consagrados. Tu Cuerpo entregado y tu Sangre derramada que fueron realidad visible en el primer Viernes Santo de la historia, son ya una realidad sacramental en esta santa Cena que se actualiza cada vez que celebramos la Eucaristía.

Gracias, Señor Jesús, por haberte quedado entre nosotros como prueba de tu amor hasta el extremo: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. También instituiste en esta Cena el Orden Sacerdotal: “Haced esto en memoria mía”. Para que hubiera sacerdotes en la Iglesia con la potestad de realizar el misterio de tu presencia en la Santa Misa.

Gracias también, Señor Jesús, porque en este día del Jueves Santo nos diste el mandamiento nuevo del amor fraterno: “Amaos unos a otros como yo os he amado”. Porque “en esto conocerán los demás que sois discípulos míos”. Te pido, Señor Jesús, que, al celebrar estos días tu presencia, aumentes en nosotros la capacidad de amar a los demás.

Amén.

CALENDARIO DE SEMANA SANTA ‘2025’

SEMANA SANTA

Semana en la que celebramos y actualizamos los misterios centrales de nuestra fe: la muerte en Cruz del Dios encarnado y su gloriosa resurrección. El paso, doloroso y complicado, por la muerte a la Vida, siempre dichosa, que no acaba.

Días para revivir la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, su última cena –memorial de su entrega y testamento vital para los suyos-, su dolorosa agonía y muerte, y, sobre todo, por ser lo que permanece, su resurrección gloriosa.

Días para tomar conciencia de que Jesús, que pasó por ese trance por amor a la humanidad, vive hoy y camina con nosotros, también cuando el sufrimiento se hace presente en nuestra vida.

En esta nueva edición de nuestro Calendario de Semana Santa te invitamos a revivir los acontecimientos más importantes del Triduo Pascual; junto al evangelio del día, una reflexión, unas preguntas y una breve oración.

Abril

Jueves

17

Jueves Santo

Viernes

18

Viernes Santo

¡Jesús está vivo!

DOMINGO DE RAMOS 2025

Evangelio del día

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Lucas

(22, 14 – 23, 56)

C. Cuando llegó la hora, se sentó a la mesa y los apóstoles con él y les dijo:
+ «Ardientemente he deseado comer esta Pascua con vosotros, antes de padecer, porque os digo que ya no la volveré a comer hasta que se cumpla en el reino de Dios».
C. Y, tomando un cáliz, después de pronunciar la acción de gracias, dijo:
+ «Tomad esto, repartidlo entre vosotros; porque os digo que no beberé desde ahora del fruto de la vid hasta que venga el reino de Dios».
C. Y, tomando pan, después de pronunciar la acción de gracias, lo partió y se lo dio diciendo:
+ «Esto es mi cuerpo, que se entrega por vosotros; haced esto en memoria mía».
C. Después de cenar, hizo lo mismo con el cáliz diciendo:
+ «Este cáliz es la nueva alianza en mi sangre, que es derramada por vosotros».
+ «Pero mirad: la mano del que me entrega está conmigo, en la mesa. Porque el Hijo del hombre se va, según lo establecido; pero ¡ay de aquel hombre por quien es entregado!».
C. Ellos empezaron a preguntarse unos a otros sobre quién de ellos podía ser el que iba a hacer eso.
C. Se produjo también un altercado a propósito de quién de ellos debía ser tenido como el mayor. Pero él les dijo:
+ «Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad se hacen llamar bienhechores. Vosotros no hagáis así, sino que el mayor entre vosotros se ha de hacer como el menor, y el que gobierna, como el que sirve.
Porque ¿quién es más, el que está a la mesa o el que sirve? ¿Verdad que el que está a la mesa? Pues yo estoy en medio de vosotros como el que sirve.
Vosotros sois los que habéis perseverado conmigo en mis pruebas, y yo preparo para vosotros el reino como me lo preparó mi Padre a mí, de forma que comáis y bebáis a mi mesa en mi reino, y os sentéis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel».
+ «Simón, Simón, mira que Satanás os ha reclamado para cribaros como trigo. Pero yo he pedido por ti, para que tu fe no se apague. Y tú, cuando te hayas convertido, confirma a tus hermanos».
C. Él le dijo:
S. «Señor, contigo estoy dispuesto a ir incluso a la cárcel y a la muerte».
C. Pero él le dijo:
+ «Te digo, Pedro, que no cantará hoy el gallo antes de que tres veces hayas negado conocerme».
C. Y les dijo:
+ «Cuando os envié sin bolsa, ni alforja, ni sandalias, ¿os faltó algo?».
C. Dijeron:
S. «Nada».
C. Jesús añadió:
+ «Pero ahora, el que tenga bolsa, que la lleve consigo, y lo mismo la alforja; y el que no tenga espada, que venda su manto y compre una. Porque os digo que es necesario que se cumpla en mí lo que está escrito: “Fue contado entre los pecadores”, pues lo que se refiere a mí toca a su fin».
C. Ellos dijeron:
S. «Señor, aquí hay dos espadas».
C. Él les dijo:
+ «Basta».
C. Salió y se encaminó, como de costumbre, al monte de los Olivos, y lo siguieron los discípulos. Al llegar al sitio, les dijo:
+ «Orad, para no caer en tentación».
C. Y se apartó de ellos como a un tiro de piedra y, arrodillado, oraba diciendo:
+ «Padre, si quieres, aparta de mí este cáliz;
pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya».
C. Y se le apareció un ángel del cielo, que lo confortaba. En medio de su angustia, oraba con más intensidad. Y le entró un sudor que caía hasta el suelo como si fueran gotas espesas de sangre. Y, levantándose de la oración, fue hacia sus discípulos, los encontró dormidos por la tristeza, y les dijo:
+ «¿Por qué dormís? Levantaos y orad, para no caer en tentación».
C. Todavía estaba hablando, cuando apareció una turba; iba a la cabeza el llamado Judas, uno de los Doce. Y se acercó a besar a Jesús.
Jesús le dijo:
+ «Judas, ¿con un beso entregas al Hijo del hombre?».
C. Viendo los que estaban con él lo que iba a pasar, dijeron:
+ «Señor, ¿herimos con la espada?».
C. Y uno de ellos hirió al criado del sumo sacerdote y le cortó la oreja derecha. Jesús intervino diciendo:
+ «Dejadlo, basta».
C. Y, tocándole la oreja, lo curó. Jesús dijo a los sumos sacerdotes y a los oficiales del templo, y a los ancianos que habían venido contra él:
+ «¿Habéis salido con espadas y palos como en busca de un bandido? Estando a diario en el templo con vosotros, no me prendisteis. Pero esta es vuestra hora y la del poder de las tinieblas».
C. Después de prenderlo, se lo llevaron y lo hicieron entrar en casa del sumo sacerdote. Pedro lo seguía desde lejos. Ellos encendieron fuego en medio del patio, se sentaron alrededor, y Pedro estaba sentado entre ellos.
Al verlo una criada sentado junto a la lumbre, se lo quedó mirando y dijo:
S. «También este estaba con él».
C. Pero él lo negó diciendo:
S. «No lo conozco, mujer».
C. Poco después, lo vio otro y le dijo:
S. «Tú también eres uno de ellos».
C. Pero Pedro replicó:
S. «Hombre, no lo soy».
C. Y pasada cosa de una hora, otro insistía diciendo:
S. «Sin duda, este también estaba con él, porque es galileo».
C. Pedro dijo:
S. «Hombre, no sé de qué me hablas».
C. Y enseguida, estando todavía él hablando, cantó un gallo. El Señor, volviéndose, le echó una mirada a Pedro, y Pedro se acordó de la palabra que el Señor le había dicho: «Antes de que cante hoy el gallo, me negarás tres veces».
Y, saliendo afuera, lloró amargamente.
C. Y los hombres que tenían preso a Jesús se burlaban de él, dándole golpes.
Y, tapándole la cara, le preguntaban diciendo:
S. «Haz de profeta: ¿quién te ha pegado?».
C. E, insultándolo, proferían contra él otras muchas cosas.
C. Cuando se hizo de día, se reunieron los ancianos del pueblo, con los jefes de los sacerdotes y los escribas; lo condujeron ante su Sanedrín, y le dijeron:
S. «Si tú eres el Mesías, dínoslo».
C. Él les dijo:
+ «Si os lo digo, no lo vais a creer; y si os pregunto, no me vais a responder. Pero, desde ahora, el Hijo del hombre estará sentado a la derecha del poder de Dios».
C. Dijeron todos:
S. «Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?».
C. Él les dijo:
+ «Vosotros lo decís, yo lo soy».
C. Ellos dijeron:
S. «Qué necesidad tenemos ya de testimonios? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca».
C. Y levantándose toda la asamblea, lo llevaron a presencia de Pilato.
C. Y se pusieron a acusarlo diciendo:
S. «Hemos encontrado que este anda amotinando a nuestra nación, y oponiéndose a que se paguen tributos al César, y diciendo que él es el Mesías rey».
C. Pilato le preguntó:
S. «Eres tú el rey de los judíos?».
C. Él le responde:
+ «Tú lo dices».
C. Pilato dijo a los sumos sacerdotes y a la gente:
S. «No encuentro ninguna culpa en este hombre».
C. Pero ellos insistían con más fuerza, diciendo:
S. «Solivianta al pueblo enseñando por toda Judea, desde que comenzó en Galilea hasta llegar aquí».
C. Pilato, al oírlo, preguntó si el hombre era galileo; y, al enterarse de que era de la jurisdicción de Herodes, que estaba precisamente en Jerusalén por aquellos días, se lo remitió.
C. Herodes, al ver a Jesús, se puso muy contento, pues hacía bastante tiempo que deseaba verlo, porque oía hablar de él y esperaba verle hacer algún milagro. Le hacía muchas preguntas con abundante verborrea; pero él no le contestó nada.
Estaban allí los sumos sacerdotes y los escribas acusándolo con ahínco.
Herodes, con sus soldados, lo trató con desprecio y, después de burlarse de él, poniéndole una vestidura blanca, se lo remitió a Pilato. Aquel mismo día se hicieron amigos entre sí Herodes y Pilato, porque antes estaban enemistados entre sí.
C. Pilato, después de convocar a los sumos sacerdotes, a los magistrados y al pueblo, les dijo:
S. «Me habéis traído a este hombre como agitador del pueblo; y resulta que yo lo he interrogado delante de vosotros y no he encontrado en este hombre ninguna de las culpas de que lo acusáis; pero tampoco Herodes, porque nos lo ha devuelto: ya veis que no ha hecho nada digno de muerte. Así que
le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Ellos vociferaron en masa:
S. «¡Quita de en medio a ese! Suéltanos a Barrabás».
C. Este había sido metido en la cárcel por una revuelta acaecida en la ciudad y un homicidio.
Pilato volvió a dirigirles la palabra queriendo soltar a Jesús, pero ellos seguían gritando:
S. «¡Crucifícalo, crucifícalo!».
C. Por tercera vez les dijo:
S. «Pues ¿qué mal ha hecho este? No he encontrado en él ninguna culpa que merezca la muerte. Así que le daré un escarmiento y lo soltaré».
C. Pero ellos se le echaban encima, pidiendo a gritos que lo crucificara; e iba creciendo su griterío.
Pilato entonces sentenció que se realizara lo que pedían: soltó al que le reclamaban (al que había metido en la cárcel por revuelta y homicidio), y a Jesús se lo entregó a su voluntad.
C. Mientras lo conducían, echaron mano de un cierto Simón de Cirene, que volvía del campo, y le cargaron la cruz, para que la llevase detrás de Jesús.
C. Lo seguía un gran gentío del pueblo, y de mujeres que se golpeaban el pecho y lanzaban lamentos por él.
C. Jesús se volvió hacia ellas y les dijo:
+ «Hijas de Jerusalén, no lloréis por mí, llorad por vosotras y por vuestros hijos, porque mirad que vienen días en los que dirán: “Bienaventuradas las estériles y los vientres que no han dado a luz y los pechos que no han criado”. Entonces empezarán a decirles a los montes: “Caed sobre nosotros”, y a las colinas: “Cubridnos”; porque, si esto hacen con el leño verde, ¿qué harán con el seco?».
C. Conducían también a otros dos malhechores para ajusticiarlos con él.
C. Y cuando llegaron al lugar llamado «La Calavera», lo crucificaron allí, a él y a los malhechores, uno a la derecha y otro a la izquierda.
Jesús decía:
+ «Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen».
C. Hicieron lotes con sus ropas y los echaron a suerte.
C. El pueblo estaba mirando, pero los magistrados le hacían muecas diciendo:
S. «A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el Elegido».
C. Se burlaban de él también los soldados, que se acercaban y le ofrecían vinagre, diciendo:
S. «Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo».
C. Había también por encima de él un letrero: «Este es el rey de los judíos».
C. Uno de los malhechores crucificados lo insultaba diciendo:
S. «No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros».
C. Pero el otro, respondiéndole e increpándolo, le decía:
S. «Ni siquiera temes tú a Dios, estando en la misma condena? Nosotros, en verdad, lo estamos justamente, porque recibimos el justo pago de lo que hicimos; en cambio, este no ha hecho nada malo».
C. Y decía:
S. «Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino».
C. Jesús le dijo:
+ «En verdad te digo: hoy estarás conmigo en el paraíso».
C. Era ya como la hora sexta, y vinieron las tinieblas sobre toda la tierra, hasta la hora nona, porque se oscureció el sol. El velo del templo se rasgó por medio. Y Jesús, clamando con voz potente, dijo:
+ «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu».
C. Y, dicho esto, expiró.
C. El centurión, al ver lo ocurrido, daba gloria a Dios diciendo:
S. «Realmente, este hombre era justo».
C. Toda la muchedumbre que había concurrido a este espectáculo, al ver las cosas que habían ocurrido, se volvía dándose golpes de pecho.
Todos sus conocidos y las mujeres que lo habían seguido desde Galilea se mantenían a distancia, viendo todo esto.
C. Había un hombre, llamado José, que era miembro del Sanedrín, hombre bueno y justo (este no había dado su asentimiento ni a la decisión ni a la actuación de ellos); era natural de Arimatea, ciudad de los judíos, y aguardaba el reino de Dios. Este acudió a Pilato y le pidió el cuerpo de Jesús. Y, bajándolo, lo envolvió en una sábana y lo colocó en un sepulcro excavado en la roca, donde nadie había sido puesto todavía.
Era el día de la Preparación y estaba para empezar el sábado. Las mujeres que lo habían acompañado desde Galilea lo siguieron, y vieron el sepulcro y cómo había sido colocado su cuerpo. Al regresar, prepararon aromas y mirra. Y el sábado descansaron de acuerdo con el precepto.
Palabra de Dios.

Reflexión

Cuando un personaje muy importante, como un rey, el Papa, o el presidente de un país visitan otro país, la gente sale de sus casas para verlo pasar y los saludan con gritos, banderitas y pancartas.

Algo parecido le sucedió a Jesús. El domingo, antes de morir, se dirigió con sus amigos a la ciudad de Jerusalén donde entró siendo aclamado por la gente con ramos y palmas como el Mesías anunciado y esperado.

Que cada uno de nosotros, al participar en este día, hagamos nuestra la opción de seguir a Jesús, prometiendo acompañarlo no sólo hoy sino toda la Semana Santa.

Preguntas

Hoy es buen día para hacernos preguntas. Por ejemplo:

  1. ¿Por qué quiso Jesús entrar en Jerusalén montado en un borrico, en un pollino, como dice hoy el texto de San Lucas, de acuerdo con lo anunciado por el profeta Zacarías 9, 9 «Mira que viene tu Rey, justo y triunfador, montado en un borrico, en un pollino de asna»?
  2. ¿Cómo podemos mostrar hoy nuestra adhesión a Jesús en esta sociedad que nos toca vivir? Lo del ramo es un símbolo que nos está pidiendo otros signos más reales en nuestra vida.
  3. Con la misa de hoy inauguramos la Semana Santa. ¿Cómo he programado estos próximos días de forma que el Triduo Santo (Jueves,Viernes y Pascua) tenga de verdad un sentido cristiano?

Señor Jesús, en este domingo de Ramos que comienza la Semana Santa se nos presenta la doble cara de la moneda que encierra tu muerte y tu resurrección.

Por un lado, tú eres el Mesías esperado por las gentes y enviado por Dios Padre para salvar a los hombres. También nosotros te aclamamos como aquellos habitantes de Jerusalén que salieron con palmas y ramos de olivo para decirte: “¡Bendito el que viene en nombre del Señor! ¡Hosanna en el cielo!”. Así te cantamos cada domingo en el Santo de la Misa. Hoy te lo queremos cantar con más entusiasmo. Porque es verdad: Tú eres nuestro Dios y Señor. Y nosotros queremos seguir tu ejemplo y tu evangelio, que siempre nos hace mucho bien personal y socialmente. Por eso te aclamamos: “Tú eres nuestro Dios y Señor”.

Por otro lado, nos muestras con los hechos que lo eres no en plan triunfalista imponiendo tu poder, sino montado en un sencillo borriquillo como signo de humildad y de paz. Es la otra cara de la moneda. No viniste para ser servido, sino para servir y dar tu vida en rescate por todos. Por eso en la misa de hoy hemos escuchado ya el relato de tu pasión y muerte que vamos a celebrar en la segunda parte de la Semana Santa. No podemos menos de admirar y quedar asombrados ante este hecho incomprensible: que, siendo Dios, te hiciste semejante a nosotros y te humillaste hasta pasar por la muerte, y una muerte de cruz.

Ayúdanos, Señor Jesús, a entender y vivir este misterio que celebramos en la Semana Santa y que tiene mucho que ver con nuestra propia salvación.

Amen.

VIERNES DE DOLORES ‘CUARESMA 2025’

Evangelio del día

Lectura del santo Evangelio según SAN Juan

(10, 31-42)

En aquel tiempo, los judíos agarraron piedras para apedrear a Jesús.
Él les replicó:
«Os he hecho ver muchas obras buenas por encargo de mi Padre: ¿por cuál de ellas me apedreáis?».
Los judíos le contestaron:
«No te apedreamos por una obra buena, sino por una blasfemia: porque tú, siendo un hombre, te haces Dios».
Jesús les replicó:
«¿No está escrito en vuestra ley: “Yo os digo: sois dioses”? Si la Escritura llama dioses a aquellos a quienes vino la palabra de Dios, y no puede fallar la Escritura, a quien el Padre consagró y envió al mundo, ¿decís vosotros: “¡Blasfemas!” Porque he dicho: “Soy Hijo de Dios”? Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis, pero si las hago, aunque no me creáis a mí, creed a las obras, para que comprendáis y sepáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre».
Intentaron de nuevo detenerlo, pero se les escabulló de las manos. Se marchó de nuevo al otro lado del Jordán, al lugar donde antes había bautizado Juan, y se quedó allí.
Muchos acudieron a él y decían:
«Juan no hizo ningún signo; pero todo lo que Juan dijo de este era verdad».
Y muchos creyeron en él allí.

Palabra de Dios.

Reflexión

Las palabras y obras de Jesús, son el testimonio vivo del modo de ser de Dios.

Solo teniendo los ojos limpios y libres de filtros y prejuicios, reconoceremos su amor y misericordia en sus palabras y, más aún en sus obras.

¿Con qué actitud me dispongo a vivir la Semana Santa?

En este Viernes de Dolores rezamos y acompañamos a María en su dolor meditando sobre lo que quiere realmente Dios de nosotros sin olvidar a aquellos que sufren y que pasan verdadera necesidad; mientras procesionamos su imagen por las calles de nuestro barrio San Pedro de la Fuente.

“Dame tu mano, María,/ la de las tocas moradas;/ clávame tus siete espadas/ en esta carne baldía./ Quiero ir contigo a la impía/ tarde negra y amarilla./ Aquí, en mi torpe mejilla,/ quiero ver si se retrata/ esa lividez de plata,/ esa lágrima que brilla”.

Con estos versos de oración hemos comenzado, Virgen María, estos cinco días dedicados a ti, como Virgen de Dolores. Te hemos rezado a lo largo de este quinario en solidaridad contigo por aquella espada que atravesó tu alma, según la profecía del anciano Simeón; y en solidaridad con los sufrimientos de todos tus hijos que cargan con la cruz de cada día.

Hoy, en este viernes de Pasión, vamos a procesionar con tu imagen de la Virgen de los Dolores por las calles de nuestro barrio San Pedro de la Fuente. Queremos acompañarte, como peregrinos de la esperanza, seguros de que tu presencia entre nosotros es motivo de paz y bien para cuantos te invocamos con fe.

Con esta procesión nos disponemos a entrar en la Semana Santa, agarrados de tu mano, para acompañar en el camino de la Cruz a tu Hijo Jesús, que es nuestro Dios y Señor. Aumenta nuestra fe y nuestro amor para poder decirle, como tú: “Hágase en mí según tu palabra”, es decir, “hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo”. Contigo, Virgen María, y con amor y fe en tu Hijo Jesús, el peso de la cruz se aligera y siempre hay detrás un rayo de esperanza.

Termino esta plegaria con más versos de oración a ti, Virgen de los dolores:

“A ti doncella graciosa,/ hoy maestra de dolores,/ playa de los pecadores,/ nido en que el alma reposa,/ a ti ofrezco, pulcra rosa,/ las jornadas de esta vía./ A ti, Madre, a quien quería/ cumplir mi humilde promesa./ A ti, celestial princesa,/ Virgen sagrada María.

Amen.