DOMINGO 21 DE ABRIL -PASCUA 2024-

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 11-18

En aquel tiempo, dijo Jesús:

«Yo soy el buen Pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas; el asalariado, que no es pastor ni dueño de las ovejas, ve venir al lobo, abandona las ovejas y huye; y el lobo las roba y las dispersa; y es que a un asalariado no le importan las ovejas.

Yo soy el buen Pastor, que conozco a las mías, y las mías me conocen, igual que el Padre me conoce, y yo conozco al Padre; yo doy mi vida por las ovejas.

Tengo, además, otras ovejas que no son de este redil; también a esas las tengo que traer, y escucharán mi voz, y habrá un solo rebaño, un solo Pastor.

Por esto me ama el Padre, porque yo entrego mi vida para poder recuperarla. Nadie me la quita, sino que yo la entrego libremente. Tengo poder para entregarla y tengo poder para recuperarla: este mandato he recibido de mi Padre».

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, en este domingo cuarto de Pascua leemos el evangelio del Buen Pastor. Son palabras salidas de tu boca que tienen una clara resonancia de los profetas del Antiguo Testamento. Ellos criticaban a los dirigentes del pueblo de Israel como malos pastores que buscaban su propio bien en lugar de buscar el bien de las ovejas. Tú, Señor Jesús, te presentas en el evangelio de hoy como el Buen Pastor: “Yo soy el Buen Pastor que conozco a mis ovejas y las mías me conocen”. Sí, nos conoces a cada uno de nosotros “igual que el Padre me conoce a mí y yo conozco al Padre”. Es decir: con un conocimiento que entraña mucho amor y mucho interés por nuestro bien, “le importan mucho las ovejas”. Te importa mucho nuestra vida, porque nos quieres y quieres nuestro bien.

Tú eres el Buen Pastor y nos amas hasta el punto de dar tu vida por nosotros. “Yo doy mi vida por las ovejas”. Es tu rasgo más característico, porque no sólo lo has dicho, sino que sobre todo lo has hecho. “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos” (Jn 15, 13). Gracias, Jesús, porque tu amor ha llegado hasta el extremo: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1).

Precisamente por ser el evangelio del Buen Pastor, quiere la Iglesia que este día sea una jornada especial de oración por las vocaciones. Por eso nos unimos hoy a toda la Iglesia para pedir juntos por esta intención que nos afecta a todos, cada uno con su vocación y misión propia en la vida. Y lo hacemos con esta Oración.

Padre, ayúdanos a hacer tu voluntad cada día, en cada momento. Que no nos cansemos nunca de buscar lo que quieres de nosotros, para que todos, con alegría, nos sepamos discípulos tuyos.

Que todos, con generosidad, nos sintamos misioneros, enviados a llevarte allí donde tú deseas que vivamos nuestra fe.

Que no falten nunca jóvenes que, reconociendo tu llamada, digan, sin miedo: «Hágase tu voluntad»; y que tu Madre, María, nos fortalezca en nuestro compromiso contigo y con la Iglesia.

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Andrés Galán Sancho

Andrés tiene 20 años y es seminarista de la parroquia de San Pedro de la Fuente; dónde desde pequeño ha colaborado de forma activa en diversos grupos como monaguillo, catequista y jóvenes.

Actualmente está ayudando en la parroquia del Salvador (Capiscol) en el Arciprestazgo de Gamonal.

Lleva 7 años en el seminario. Estudia 3º de Teología.

En este tiempo de Pascua en la que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Jesús para mí es una persona que está más vivo que nunca, alguien en quien confío, a quien puedo contarle mis alegrías, preocupaciones. Rezando es la manera mejor en la que me relaciono con él, dedicando largos ratos a la oración, a la lectura espiritual…

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación con Jesús en tu vida?

Está en todo lo que hago cada día, procuro siempre tener su presencia en mi día a día, en cada pequeña acción que haga y en cada persona que se me acerca, pero sobre todo le veo en la oración, esos ratos en los que estamos él y yo son lo que me ayuda a afrontar cada día, cada situación, cada problema, todo; es el que sostiene mi vida.

¿Qué consecuencias tiene en tu vida esta fe o creencia en Jesús que vive?

Las consecuencias de mi fe son una alegría inmensa de saber que está Jesús tan vivo como lo estuvo cuando habitó en la tierra, el saber que él está en el sagrario y me quiere, me escucha, me entiende y me espera, me ayuda a perseverar en mi fe, en mi vida, en mis relaciones con los demás, en mi oración, en mis estudios y en cada cosa de cada día.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

Le diría que hay que “dejarse hacer”; muchas veces pretendemos hacer la cosas por nuestra cuenta, sabiendo que todo depende simplemente de nuestras fuerzas y de que todo lo controlamos nosotros; pero el creer que Cristo vive y está en mí, me ayuda a poder llevar esa alegría de la resurrección y soy mucho más feliz desde que sé que Jesús está vivo y que me ama y me quiere; y eso a mí me da la vida.