II DOMINGO DE CUARESMA 2023

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según san Mateo 17, 1-9

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a su hermano Juan, y subió con ellos aparte a un monte alto.
Se transfiguró delante de ellos, y su rostro resplandecía como el sol, y sus vestidos se volvieron blancos como la luz.
De repente se les aparecieron Moisés y Elías conversando con él. Pedro, entonces, tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Señor, ¡qué bueno es que estemos aquí! Si quieres, haré tres tiendas: una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
Todavía estaba hablando cuando una nube luminosa los cubrió con su sombra y una voz desde la nube decía:
«Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».
Al oírlo, los discípulos cayeron de bruces, llenos de espanto.
Jesús se acercó y, tocándolos, les dijo:
«Levantaos, no temáis».
Al alzar los ojos, no vieron a nadie más que a Jesús, solo.
Cuando bajaban del monte, Jesús les mandó:
«No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del hombre resucite de entre los muertos»

Palabra de Dios.

Reflexión

Se los llevó aparte, lejos del trajín.

En soledad, estando tranquilos, son más fáciles la intimidad y los secretos.

La intimidad con Jesús, en el silencio de la oración, nos ayuda a enfrentar nuestra vida cargados de ánimo.

Hoy plantéate esta pregunta: ¿Cómo es tu fe?

Hoy me invitas a separarme de las cosas de a pie, a ponerme en marcha, a no quedarme quieta para encontrarme contigo.

En ese recorrido ayúdame a buscar al que sufre, al enfermo, al necesitado… para iluminar su interior y regalarles la gracia de Dios en mi vida.

Oración

Señor Jesús, gracias porque en el evangelio de hoy dejaste trasparentar de algún modo la divinidad que llevas dentro.

En esto consiste la transfiguración, dejar ver la plenitud divina de tu cuerpo glorioso.

Por eso se oyó la voz del Padre afirmando: «Este es mi Hijo, el amado, en quien me complazco. Escuchadlo».

Y por eso Pedro se sintió movido a decir: «Qué bueno es que estemos aquí».

La experiencia de estar con Dios es un anticipo del gozo que supone la gloria del cielo.

Quiero contemplar, Señor, esta experiencia, y participar de algún modo, por medio de la oración, de tu gozosa compañía.

Amén.