V DOMINGO DE CUARESMA 2023

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según san Juan 11, 3-7. 17. 20-27. 33-45

En aquel tiempo, las hermanas de Lázaro le mandaron recado a Jesús diciendo:
«Señor, el que tú amas está enfermo».
Jesús, al oírlo, dijo:
«Esta enfermedad no es para la muerte, sino que servirá para la gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado por ella».
Jesús amaba a Marta, a su hermana y a Lázaro. Cuando se enteró de que estaba enfermo se quedó todavía dos días donde estaba.
Solo entonces dijo a sus discípulos:
«Vamos otra vez a Judea».
Cuando Jesús llegó, Lázaro llevaba ya cuatro días enterrado. Cuando Marta se enteró de que llegaba Jesús, salió a su encuentro, mientras María se quedó en casa. Y dijo Marta a Jesús:
«Señor, si hubieras estado aquí no habría muerto mi hermano. Pero aún ahora sé que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo concederá».
Jesús le dijo:
«Tu hermano resucitará».
Marta respondió:
«Sé que resucitará en la resurrección en el último día».
Jesús le dijo:
«Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto?».
Ella le contestó:
«Sí, Señor: yo creo que tú eres el Cristo, el Hijo de Dios, el que tenía que venir al mundo».
Jesús se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó:
«¿Dónde lo habéis enterrado?».
Le contestaron:
«Señor, ven a verlo».
Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban:
«¡Cómo lo quería!».
Pero algunos dijeron:
«Y uno que le ha abierto los ojos a un ciego, ¿no podía haber impedido que este muriera?».
Jesús, conmovido de nuevo en su interior, llegó a la tumba. Era una cavidad cubierta con una losa. Dijo Jesús:
«Quitad la losa».
Marta, la hermana del muerto, le dijo:
«Señor, ya huele mal porque lleva cuatro días».
Jesús le replicó:
«¿No te he dicho que si crees verás la gloria de Dios?»
Entonces quitaron la losa.
Jesús, levantando los ojos a lo alto, dijo:
«Padre, te doy gracias porque me has escuchado; yo sé que tú me escuchas siempre; pero lo digo por la gente que me rodea, para que crean que tú me has enviado».
Y dicho esto, gritó con voz potente:
«Lázaro, sal afuera».
El muerto salió, los pies y las manos atados con vendas, y la cara envuelta en un sudario. Jesús les dijo:
«Desatadlo y dejadlo andar».
Y muchos judíos que habían venido a casa de María, al ver lo que había hecho Jesús, creyeron en él.

Palabra de Dios.

Reflexión

El dolor, el sufrimiento, la muerte de un ser querido oscurecen la imagen de bondad con que rodeamos a Dios.

E, incluso desde la confianza, nuestra oración se vuelve reproche: si hubieras estado aquí, si me quisieras, si…  no permitirías esto.

A Jesús no le asustan los reproches, se mantiene firme a nuestro lado  y sigue apelando a nuestra confianza: “¿Crees esto?”

¿Irá esa confianza, esa fe, más allá de la queja y el reproche?

*

¿Os imagináis el bombazo que sería que alguien devolviera a la vida a una persona ahora mismo?

Sería una noticia que se conocería en todo el mundo, en cuestión de minutos.

Habría millones de imágenes, TikTok a miles, Instagram…

No sería la noticia del año, quizá sería del siglo…

Al principio alucinaríamos, dudaríamos y luego… olvidaríamos lo ocurrido.

No sé si a Jesús ese día le dejarían dormir pero tú esta noche cuando vayas a acostarte piensa que has hecho de bueno para este mundo y las personas que te rodean.

Resucitar a alguien puede que no, pero quizás puedes ayudar a un amigo, dar un abrazo, perdonar a alguien, recoger tu habitación…

Todo son pequeños milagros de nuestro día a día.

Oración

Señor Jesús, este domingo 5º de Cuaresma tiene mucho que ver con el bautismo, que nos hace renacer a la vida nueva de hijos de Dios; como lo era el domingo pasado el ciego de nacimiento, porque el bautismo nos da una nueva luz para vivir y ver con los ojos de la fe; y como lo era el domingo de la samaritana, porque el bautismo nos purifica con el agua viva que salta hasta la vida eterna.

El milagro de la resurrección de Lázaro nos muestra en Jesús su condición de Hijo de Dios con poder sobre la muerte: “Yo soy la resurrección y la vid: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí, no morirá para siempre”.

Al mismo tiempo que Hijo de Dios con poder sobre la muerte, mostrabas en Betania tu condición humana: tu verdadera amistad con Lázaro y con sus hermanas Marta y María (“tu amigo está enfermo”).

Y te conmueves al ver llorar a su hermana María: “Viéndola llorar a ella y viendo llorar a los judíos que la acompañaban, se conmovió en su espíritu, se estremeció y preguntó: ¿Dónde lo habéis enterrado? Le contestaron: Señor, ven a verlo. Jesús se echó a llorar. Los judíos comentaban: ¡Cómo lo quería!”.

Dios y hombre verdadero. Ese eres tú, Jesús. Te conmueves ante el dolor de los demás; sientes el sufrir de tus amigos. Y quieres siempre lo mejor para todos nosotros.

Creo, Señor, pero aumente mi fe.

Amén.