Y YO, ¿QUÉ DEBO HACER?

“Maestro, ¿qué debemos hacer nosotros?”

Peregrinos de esperanza, seguimos transitando por el camino del adviento. Y si el pasado domingo el calendario nos llevaba a encontrarnos con María, para ser testigos de su respuesta confiada y generosa al anuncio de Gabriel; la liturgia de este tercer domingo hace que nos topemos con San Juan Bautista, otra de las grandes figuras del adviento.

La respuesta de María al anuncio del ángel nos animaba a imitar su disponibilidad a los planes de Dios: ¡Cuenta conmigo!

Hoy, como muestra de esa disponibilidad, nos sumamos al grupo de personas inquietas, que seguían y escuchaban a Juan, añorando al Mesías y, con él, un mundo mejor. Con ellos preguntamos ¿qué debemos hacer?; asumiendo que tenemos una tarea en la que comprometernos, una tarea que también compete a nuestro yo personal.

Nuestros diferentes estados, situaciones, talentos, capacidades… también parecen necesitar de una respuesta con matices.

A Juan le preguntaba la gente, los publicanos, los soldados. Compartid, no exijáis más de lo establecido, no extorsionéis; fueron sus respuestas.

Hoy nos preguntamos cómo gente, ciudadanos, vecinos, profesionales, padres, hijos, cristianos… La respuesta, o respuestas,  posiblemente las encontremos, además de en la Palabra de Dios, en las personas con las que convivimos y en lo que esperan de nosotros.

¡CUENTA CONMIGO!

¿QUÉ HAGO?

Señor Jesús, te doy gracias por el mensaje de alegría que nos transmite hoy la misa en este tercer domingo de Adviento.

Por algo se ha dicho que es el domingo “Gaudete”, ¡alegraos!. Es la palabra que se repite hoy en la carta de San Pablo: “Alegraos siempre en el Señor; os lo repito, alegraos”. Con el mismo mensaje insiste el profeta Sofonías: “Alégrate, hija de Sión, grita de júbilo, Israel, regocíjate y disfruta con todo tu ser”. Y termina diciendo: “El Señor tu Dios se alegra y goza contigo, te renueva con su amor; exulta y se alegra contigo como en día de fiesta”.

Gracias, Señor, por estas palabras rebosantes de alegría.

Llena, Señor, mi corazón de gozo, sobre todo estos días que nos disponemos a celebrar tu nacimiento. Y enséñame a comunicar esta alegría a los demás, a los que viven conmigo, a los que se cruzan en mi camino.

Sin duda es cierto aquello que dice la sabiduría popular: “Quien tiene una sonrisa sincera en el rostro, tiene a Dios en su corazón”. Con otras palabras lo dijo el ángel a los pastores de Belén: “Os anuncio una buena noticia que será de gran alegría para todo el pueblo: hoy en la ciudad de David (en Belén) os ha nacido un Salvador, el Mesías, el Señor”.

Con la oración colecta de la misa de hoy, también nosotros te decimos: “Oh Dios, concédenos llegar a la alegría de tan gran acontecimiento de salvación y celebrarlo con solemnidad y júbilo desbordante”. 

Amén.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN:

  1. Si el mensaje de Jesús es fundamentalmente un mensaje de alegría, ¿a qué se debe que muchos tengan la idea equivocada de que los cristianos hemos de pasarlo mal en esta vida para ser feliz en la otra vida?
  2. ¿Cuáles crees tú que son las fuentes principales de alegría para nuestra vida?
  3. Si yo te digo: “El que se busca egoístamente a sí mismo tratando de hacerse feliz a sí mismo, se equivoca; no lo conseguirá. En cambio, el que sabe perder de sí mismo y busca de hacer felices a los demás, ese lo consigue”. ¿Crees que estoy en lo cierto o que estoy equivocado? ¿Por qué?