¡VELAD!

¿Necesario el Adviento? Por supuesto.

Escuchar -una vez más si quieres- la invitación a despertar, a estar atentos, a tomar conciencia de que Dios se ha hecho hombre porque quiere estar con nosotros, formar parte de nuestra vida toda nuestra vida ¡Siempre!, más allá de unos días o fechas en el calendario.
Escuchar –otra vez más- que espera tu acogida, que le des cabida entre tus ajetreos y preocupaciones; entre tus amigos y seres queridos.

Por todo ello: “Estad atentos, vigilad. ¡VELAD!”

Oh Dios, Padre bueno: tú quieres lo mejor para nosotros.

Acudimos a ti al comenzar el Adviento con el deseo hecho oración de que alientes nuestra esperanza.

Es la virtud característica del Adviento.

Existe un cierto riesgo, dadas las circunstancias en las que vivimos, de perder la esperanza, de vivir sin ilusión, de caer en el desánimo.

Quien confía en ti, no queda defraudado.

Por eso te pedimos con confianza:

Concede a tus fieles, Dios Padre Misericordioso, el deseo de salir, acompañados de buenas obras, al encuentro de Cristo que viene.

Y ayúdanos a descubrir el valor de los bienes del cielo y a poner en ellos nuestro corazón.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN:

  1. ¿Cuáles son mis expectativas en la vida, mis anhelos más profundos? ¿Tienen algo que ver con el evangelio de Jesús, con la esperanza cristiana?
  2. ¿Cómo puedo alimentar mi esperanza en la vida, sobre todo cuando vivo situaciones de dificultad y de angustia?
  3. ¿Cómo entiendes tú esto del evangelio del domingo: “Velad, pues no sabéis cuándo vendrá el Señor, no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos”?