II DOMINGO DE CUARESMA – CUARESMA 2024
Evangelio del día
Lectura del SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS
(9, 2-10)
En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.
Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.
Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
«Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».
No sabía qué decir, pues estaban asustados.
Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
«Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».
De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.
Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.
Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
Palabra de Dios.
Reflexión
Muchas veces parece que queremos vivir grandes aventuras, pero sin salir de casa: adelgazar sin esforzarnos, aprobar sin estudiar, que nos perdonen sin nosotros hacer nada ni cambiar…
Nos pueda pasar como a Pedro en este relato: “Qué bien se está aquí”. Sí, en contacto con Dios. Pero ese encuentro que Dios nos concede, requiere esfuerzo.
Pedro ha tenido que sacrificarse, ponerse en marcha, “subir a la montaña” para luego bajar, bajar a las profundidades de su ser, para descubrir a Jesús como Señor, como el Hijo amado de Dios del que necesitamos escuchar su Palabra.
En silencio…
- Este hecho ocurre después de que Jesús explique a los discípulos que tendrá que sufrir, morir y resucitar… Con esta experiencia les da ánimos y alimenta su esperanza para poder intuir que “todo acabará bien”. ¿Dónde alimentas tú tu esperanza?
- ¿Tienes momentos de “subir a la montaña”, de alejarte de voces que no te dejan escuchar la voz del Señor?
- ¿Has vivido alguna vez la experiencia de Pedro en contacto con Jesús, que te lleva a decir: “Qué bien se está aquí”?
Oremos con Jesús a Dios Padre
Señor Jesús, gracias porque en el evangelio de hoy has querido dejarnos ver de algún modo la divinidad que llevas dentro. En esto consiste la transfiguración: dejar ver la plenitud divina de tu cuerpo glorioso. Por eso se oyó la voz del Padre afirmando: “Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo”. Y por eso Pedro se sintió movido a decir: “Qué bien se está aquí”.
Sí, queremos escuchar tu Palabra. Sabemos que tú nos escuchas siempre que te invocamos con confianza. La experiencia de estar contigo es un anticipo del gozo que supone la gloria del cielo. Me agrada contemplar, Señor, esta experiencia del Tabor; y así participar de algún modo, por medio de la oración, de tu gozosa compañía.
Amén.