Buscando fórmulas para acompañar a los adolescentes

El pasado sábado 16 de marzo; adolescentes del Arciprestazgo de Burgos-Vena se dieron cita en el Seminario Diocesano de San José para disfrutar de un día de formación y convivencia.

Al encuentro acudieron una treintena de jóvenes de las parroquias de San Martín de Porres, San Gil, San Lorenzo, San Lesmes Abad, Nuestra Señora del Rosario y San Pedro de la Fuente.

La jornada contó con una catequesis por la mañana, reflexión en pequeños grupos y un momento de Adoración Eucarística.

Ya por la tarde, y después de la comida compartida, llegó el turno de una gran gymkana acerca de los dones del Espíritu Santo.

Desde nuestro Arciprestazgo se pretende impulsar “acciones conjuntas” para acercar a nuestros adolescentes más a Jesús y que descubran cuál es su vocación.

Gracias a todo el equipo que con su trabajo hizo posible este encuentro.

¡Seguimos evangelizando juntos!

SAN JOSÉ -CUARESMA 2024-

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio Según San Mateo

(1,16.18-21 24a)

Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo.
La generación de Jesucristo fue de esta manera:
María, su madre, estaba desposada con José y, antes de vivir juntos, resultó que ella esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo.
José, su esposo, como era justo y no quería difamarla, decidió repudiarla en privado. Pero, apenas había tomado esta resolución, se le apareció en sueños un ángel del Señor que le dijo:
«José, hijo de David, no temas acoger a María, tu mujer, porque la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo y tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de los pecados».
Cuando José se despertó, hizo lo que le habla mandado el ángel del Señor.

Palabra de Dios.

Reflexión

Para ser buenos amigos de Dios, no tenemos que “hacer mucho ruido”. Dios se fija en las personas más pequeñas para hacer las cosas más grandes.

A San José le costó al principio comprender lo que Dios le pedía, pero un ángel le animó. Y a partir de ese momento estuvo siempre, como esposo, al servicio de María y de su hijo Jesús. Como hacen nuestros padres en casa.

También hoy, Jesús quiere hacerse presente en el corazón de todas las personas, y para ello necesita sacerdotes… Por eso, sigue llamando a jóvenes para el sacerdocio, para la vida consagrada, para dedicar su vida a su servicio, a su amor… Se buscan jóvenes comprometidos, que, con la ayuda de la gracia de Dios, sean valientes para tomar la decisión de seguir su llamada a ser sacerdotes.

¿Y tú apuestas por Jesús?

En silencio…

  1. Hoy, día del Padre, felicita y da las gracias a tu padre, más allá de lo comercial. Hazlo de corazón.
  2. ¿Cuál es tu vocación? ¿A qué te ha llamado Dios?
  3. ¿Crees que puede haber hoy jóvenes llamados por Dios a ser sacerdotes, pero, debido al contexto social en que se vive y al ambiente poco favorable a lo religioso, no son capaces de percibir esa llamada? ¿Qué se te ocurre como solución a este problema?

Oremos con Jesús a Dios Padre

Señor Jesús, tú nos dijiste que rogásemos al dueño de la mies para que mandase trabajadores a su mies; porque en este momento son pocos los que están dispuestos a entregar su vida, como sacerdotes, al servicio del anuncio de tu Persona y de tu mensaje del evangelio.

En este día de San José, día del Seminario, te pedimos nos concedas pastores generosos que empeñen su vida en el cumplimiento de esta misión tan importante para la Iglesia y para el mundo. Concédenos pastores según tu corazón, que, desde su palabra y con su testimonio, ayuden a descubrir a otros que tu Evangelio da pleno sentido a nuestra vida y humaniza la vida de los hombres para hacer un mundo más justo y más humano.

Danos pastores de tu Iglesia que, animados por ti, sean verdaderos animadores de la fe en los demás y testigos de tu presencia en el mundo. Concédenos pastores alegres que proclamen gozosos tu Palabra, que celebren tu presencia en la Eucaristía y que vivan la caridad con todos para ayudarnos a conocerte más, para amarte mejor y seguirte más de cerca.

Amén.

Quinario Ntra. Sra. de los Dolores -2024-

Este sábado varios miembros de la Cofradía de la Oración en el Huerto, vistieron y dejaron expuesta a la Virgen de los Dolores en el presbiterio de la iglesia.

Desde este lunes hasta el jueves se realizará el Quinario a la Virgen.

El Viernes de Dolores, la imagen de Nª Sª de los Dolores (talla vestida, de autor desconocido) volverá a procesionar por las calles del barrio marcando el inicio de una nueva Semana Santa Burgalesa.

La procesión está organizada por la Cofradía de la Oración en el Huerto y de Nuestra Señora de los Dolores. En ella ademas, participan miembros de las cofradías y hermandades penitenciales de la ciudad. Junto a la banda de cornetas y tambores de la Coronación de Espinas y de Cristo Rey.

Tras la finalización de la Santa Misa saldrá de la parroquia portada a hombros por miembros de la Cofradía a las 20h45.

El recorrido que realizará será por las siguientes calles del barrio: c/ Benedictinas de San José, Cuesta Pº de los Cubos, c/ Francisco Salinas hasta el convento de las Agustinas Recoletas, c/ Enrique III hacia c/ San Zadornil (sentido bajada), c/ Malatos, c/ Serramagna (sentido subida), c/ Benedictinas de San José y finalizar en la Parroquia cantando la salve popular.

Si el mal tiempo lo impide, el acto se celebrará en la Iglesia de San Pedro de la Fuente.

V DOMINGO DE CUARESMA – CUARESMA 2024

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

(12, 20-33)

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo:
«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

Reflexión

Jesús se acerca a Jerusalén y siente, y sabe, que está cercana su muerte en la Cruz. Su corazón se desborda y salen fuera sus sentimientos: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”.

Para conseguir cosas importantes en la vida hay que darlo todo, como los atletas que entrenan todos los días para conseguir una medalla, hay que morir como el grano.

Son palabras duras, que nos cuesta escuchar ya que no hemos sido educados en la renuncia sino más bien en el capricho y en la satisfacción de todos nuestros deseos.

Jesús es el grano que se entrega y que se desvive por los demás. “Jesús prepara mi corazón para dar mucho fruto”.

En silencio…

  1. ¿Qué estamos llamados a sembrar en nuestra vida para dar fruto?
  2. ¿Cuáles son los frutos que me gustaría aportar en mi convivencia con los demás?
  3. ¿Qué estoy dispuesto a dejar o a qué he de morir para seguir más de cerca a Jesús y ser mejor cristiano?

Oremos con Jesús a Dios Padre

Señor Jesús, nos vamos acercando a la celebración del misterio de tu Muerte y Resurrección. Tus palabras en el evangelio son al mismo tiempo luz que alumbra este misterio y luz que ilumina nuestra vida.

“Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre”. Ser glorificado es pasar de la pasión a la gloria del Padre, de la muerte a la vida de Resucitado. Gracias, Señor Jesús, porque también nosotros estamos llamados a ser glorificados. “Padre, glorifica tu nombre. Y vino una voz del cielo: ‘Lo he glorificado y volveré a glorificarlo’”.

El misterio se ilumina con más claridad a la luz de esta parábola: “Si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto”. Gracias, Jesús, porque esta lección de vida nos la has enseñado no sólo con tus palabras, sino sobre todo con tu vida. Tú eres el grano de trigo sembrado bajo el surco que, muriendo, has hecho germinar una nueva espiga con tu resurrección y nos has capacitado para vivir una nueva vida de hijos de Dios y de hermanos entre nosotros. Vida que comienza aquí y llega a su plenitud en la vida eterna.

Otra forma de iluminar este misterio de tu muerte y resurrección es lo que yo llamo la “paradoja del evangelio”: “El que se ama a sí mismo, se pierde; y el que sabe perder de sí mismo en este mundo, salva su vida para siempre”. Paradoja que es una constante de tu evangelio. Enséñame, Señor, que esto no es un juego de palabras, sino una verdad muy real en la vida de todos los seres humanos. El que busca egoístamente salvar su vida para sí, la pierde. En cambio, el que desgasta su vida por los demás, la salva; y encuentra el verdadero sentido a su vida.

Quiero, Señor Jesús, meditar esta verdad de vida a la luz de tu Palabra y de tu vida.

Amén.

V Domingo de Cuaresma

Primera lectura

Lectura del Libro de Jeremías

(31, 31-34)

«Ya llegan días —oráculo del Señor— en que haré con la casa de Israel y la casa de Judá una alianza nueva. No será una alianza como la que hice con sus padres, cuando los tomé de la mano para sacarlos de Egipto, pues quebrantaron mi alianza, aunque yo era su Señor —oráculo del Señor—
Esta será la alianza que haré con ellos después de aquellos días —oráculo del Señor—: Pondré mi ley en su interior y la escribiré en sus corazones; yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo. Ya no tendrán que enseñarse unos a otros diciendo:
«Conoced al Señor», pues todos me conocerán, desde el más pequeño al mayor —oráculo del Señor—, cuando perdone su culpa y no recuerde ya sus pecados.

Salmo

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro.

Misericordia, Dios mío, por tu bondad,
por tu inmensa compasión borra mi culpa;
lava del todo mi delito,
limpia mi pecado. R/.

Oh, Dios, crea en mí un corazón puro,
renuévame por dentro con espíritu firme.
No me arrojes lejos de tu rostro,
no me quites tu santo espíritu. R/.

Devuélveme la alegría de tu salvación,
afiánzame con espíritu generoso.
Enseñaré a los malvados tus caminos,
los pecadores volverán a ti. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta A LOS HEBREOS

(5, 7-9)

Cristo, en los días de su vida mortal, a gritos y con lágrimas, presentó oraciones y súplicas al que podía salvarlo de la muerte, siendo escuchado por su piedad filial.
Y, aun siendo Hijo, aprendió, sufriendo, a obedecer. Y, llevado a la consumación, se convirtió, para todos los que lo obedecen, en autor de salvación eterna.

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

(12, 20-33)

En aquel tiempo, entre los que habían venido a celebrar la fiesta había algunos griegos; estos, acercándose a Felipe, el de Betsaida de Galilea, le rogaban:
«Señor, queremos ver a Jesús».
Felipe fue a decírselo a Andrés; y Andrés y Felipe fueron a decírselo a Jesús.
Jesús les contestó:
«Ha llegado la hora de que sea glorificado el Hijo del hombre. En verdad, en verdad os digo: si el grano de trigo no cae en tierra y muere, queda infecundo; pero si muere, da mucho fruto. El que se ama a sí mismo, se pierde, y el que se aborrece a sí mismo en este mundo, se guardará para la vida eterna. El que quiera servirme, que me siga, y donde esté yo, allí también estará mi servidor; a quien me sirva, el Padre lo honrará.
Ahora mi alma está agitada, y ¿qué diré? ¿Padre, líbrame de esta hora? Pero si por esto he venido, para esta hora: Padre, glorifica tu nombre».
Entonces vino una voz del cielo:
«Lo he glorificado y volveré a glorificarlo».
La gente que estaba allí y lo oyó, decía que había sido un trueno; otros decían que le había hablado un ángel.
Jesús tomó la palabra y dijo:
«Esta voz no ha venido por mí, sino por vosotros. Ahora va a ser juzgado el mundo; ahora el príncipe de este mundo va a ser echado fuera. Y cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí».
Esto lo decía dando a entender la muerte de que iba a morir.

¡TÚ SIEMPRE NOS BUSCAS!

En la tarde del pasado lunes 11 de marzo, 32 niños y niñas que van a recibir este año en el mes de mayo la Primera Comunión se han acercado por primera vez al sacramento de la reconciliación.

Don Gabriel presidió el acto penitencial, explicando al principio del mismo la importancia de este sacramento que iban a recibir los niños por primera vez.

Don Ricardo, Don Raúl, Don Santiago, Don Roberto y Don Rafa nos acompañaron en esta ocasión.

¿Quién es nuestro Buen Pastor?

Jesús

Así es, Él es nuestro Buen Pastor.

Él nos quiere y se interesa por cada uno de nosotros (sus ovejas); incluso cuando alguna se pierde y se desvía del camino, protegiéndola de cualquiera que intente hacerla daño.

Jesús camina a nuestro lado, por eso no debemos tener miedo.

Él lo da TODO, por sus amigos incluso cuando le hemos fallado.

Asimismo, los niños y niñas de todos los grupos de confirmación tuvieron su correspondiente celebración penitencial en la tarde del miércoles, 13 de marzo.

Recibir el PERDÓN de Dios es siempre una auténtica FIESTA.

IV DOMINGO DE CUARESMA – CUARESMA 2024

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

(3, 14-21)

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

Reflexión

En esta época tenemos muchas alergias: a los alimentos, a picaduras, a medicamentos, al polen…Visto este evangelio; quizá tenemos otra alergia: a la luz, porque cuando nos acercamos a ella denuncia nuestras malas obras.

Cuando somos egoístas, violentos y aprovechados; llenamos de oscuridad y dolor la vida de los demás y la nuestra.

Si nos miramos al espejo, vemos que nos pasamos la vida criticando a los demás, haciendo acusaciones generalizadas: “los jóvenes son así…”, “la gente que va a misa es así…” Pero hemos de mirarnos primeramente a nosotros.

“Tanto amó Dios al mundo” que nos envió a su Hijo para salvarlo. Hoy, Jesús, nos ofrece palabras de esperanza. Tomemos su ejemplo y llenos de bondad y generosidad llenemos de luz la vida de los que nos rodean.

En silencio…

Tómate tiempo. Tiempo para conocer tus luces y tus sombras.

  1. ¿Dónde descubro con más facilidad y frecuencia el amor de Dios?
  2. En tu día a día: ¿Actúas desde la luz y la verdad o desde la mentira y la oscuridad?
  3. Lo más importante: “Tanto amó Dios al mundo (a las personas).” ¿En qué se manifiesta este amor de Dios a nosotros? ¿Y cómo podemos corresponderle?
  4.  

Oremos con Jesús a Dios Padre

Señor Jesús, gracias porque, como siempre, tu evangelio nos da luz que ilumina nuestra vida y nos ayuda a caminar en medio de las dificultades de este mundo. Para comprender mejor tu diálogo con Nicodemo, he querido leer desde el principio de tu encuentro con él (Jn 3, 1 ss). Nos hablas a él y a nosotros de “nacer de nuevo”. “El que no nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”. Y nos lo repites para que quede bien claro: “En verdad, en verdad te digo: El que no nazca de agua y Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios”.

Gracias, Señor Jesús, porque, a través del bautismo, hemos nacido de agua y de Espíritu, y nos has dado una nueva vida de hijos de Dios. ¿Por qué? Sencillamente por el amor de Dios Padre. “Tanto amó Dios al mundo, a nosotros, que entregó a su Hijo Unigénito, para que todo el cree en él tenga vida eterna”. Ayúdanos, Señor, a experimentar esta gran verdad de nuestra fe: que nos amas hasta el extremo, a la medida de Dios. Así nos lo dices en el mismo evangelio de San Juan: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo” (Jn 13, 1).

Creemos en tu amor. Es la luz de la fe que nos da esperanza para vivir y alienta nuestro corazón para responder con amor. Gracias porque hoy nos dices claramente que no has venido a este mundo para juzgarlo, sino para salvarlo. Creo, Señor, pero aumenta mi fe.

Amén.

IV Domingo de Cuaresma

Primera lectura

Lectura del Segundo Libro de las Crónicas

(36,14-16.19-23)

En aquellos días, todos los jefes, los sacerdotes y el pueblo multiplicaron sus infidelidades, imitando las aberraciones de los pueblos y profanando el templo del Señor, que él había consagrado en Jerusalén.
El Señor, Dios de sus padres, les enviaba mensajeros a diario porque sentía lástima de su pueblo y de su morada; pero ellos escarnecían a los mensajeros de Dios, se reían de sus palabras y se burlaban de sus profetas, hasta que la ira del Señor se encendió irremediablemente contra su pueblo.
Incendiaron el templo de Dios, derribaron la muralla de Jerusalén, incendiaron todos sus palacios y destrozaron todos los objetos valiosos. Deportó a Babilonia a todos los que habían escapado de la espada. Fueron esclavos suyos y de sus hijos hasta el advenimiento del reino persa. Así se cumplió lo que había dicho Dios por medio de Jeremías:
«Hasta que la tierra pague los sábados, descansará todos los días de la desolación, hasta cumplirse setenta años».
En el año primero de Ciro, rey de Persia, para cumplir lo que había dicho Dios por medio de Jeremías, el Señor movió a Ciro, rey de Persia, a promulgar de palabra y por escrito en todo su reino:
«Así dice Ciro, rey de Persia: El Señor, Dios del cielo, me ha entregado todos los reinos de la tierra. Él me ha encargado construirle un templo en Jerusalén de Judá. Quien de entre vosotros pertenezca a ese pueblo, puede volver. ¡Que el Señor, su Dios, esté con él!».

Salmo

Que se me pegue la lengua al paladar si no me acuerdo de ti.

Junto a los canales de Babilonia
nos sentamos a llorar
con nostalgia de Sión;
en los sauces de sus orillas
colgábamos nuestras cítaras. R/.

Allí los que nos deportaron
nos invitaban a cantar;
nuestros opresores, a divertirlos:
«Cantadnos un cantar de Sión». R/.

¡Cómo cantar un cántico del Señor
en tierra extranjera!
Si me olvido de ti, Jerusalén,
que se me paralice la mano derecha. R/.

Que se me pegue la lengua al paladar
si no me acuerdo de ti,
si no pongo a Jerusalén
en la cumbre de mis alegrías. R/.

Segunda lectura

Lectura de la carta del apóstol san Pablo a los Efesios

(2,4-10)

Hermanos:
Dios, rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, estando nosotros muertos por los pecados, nos ha hecho revivir con Cristo —estáis salvados por pura gracia—; nos ha resucitado con Cristo Jesús, nos ha sentado en el cielo con él, para revelar en los tiempos venideros la inmensa riqueza de su gracia, mediante su bondad para con nosotros en Cristo Jesús. En efecto, por gracia estáis salvados, mediante la fe. Y esto no viene de vosotros: es don de Dios. Tampoco viene de las obras, para que nadie pueda presumir.
Somos, pues, obra suya. Dios nos ha creado en Cristo Jesús, para que nos dediquemos a las buenas obras, que de antemano dispuso él que practicásemos.

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

(3, 14-21)

En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo:
«Lo mismo que Moisés elevó la serpiente en el desierto, así tiene que ser elevado el Hijo del hombre, para que todo el que cree en él tenga vida eterna.
Porque tanto amó Dios al mundo, que entregó a su Unigénito, para que todo el que cree en él no perezca, sino que tenga vida eterna.
Porque Dios no envió a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.
El que cree en él no será juzgado; el que no cree ya está juzgado, porque no ha creído en el nombre del Unigénito de Dios.
Este es el juicio: que la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron la tiniebla a la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal detesta la luz, y no se acerca a la luz, para no verse acusado por sus obras.
En cambio, el que obra la verdad se acerca a la luz, para que se vea que sus obras están hechas según Dios».

III DOMINGO DE CUARESMA – CUARESMA 2024

Evangelio del día

Lectura del Santo Evangelio según San Juan

(2,13-25)

Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
«Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre».
Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora».
Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:
«¿Qué signos nos muestras para obrar así?».
Jesús contestó:
«Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron:
«Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?».
Pero él hablaba del templo de su cuerpo.
Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

Reflexión

Jesús tiene claro que el templo es la Casa de Dios Padre. Y no puede consentir que se utilice al servicio de otros intereses. Por eso reacciona con una cierta violencia.

Buen momento para preguntarnos si vamos a la Iglesia para rezar, para escucharle a Él, para participar en la celebración eucarística… Todo ello requiere un respeto y un silencio.

Además, Jesús aprovecha la ocasión para hablar del “templo de su cuerpo” en donde está presente el mismo Dios. “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”. Palabras que sólo se comprendieron después de su muerte “y al tercer día resucitó”. Por tanto, nuestra relación con Dios pasa necesariamente por nuestro encuentro con Jesús. Por Él y con Él adoramos a Dios en espíritu y en verdad.

 

En silencio…

A menudo, olvidamos, que Dios no habita entre paredes de ladrillos, sino que prefiere residir en el corazón de cada persona.

  1. ¿Cómo te comportas dentro del templo de la parroquia? ¿Guardas respeto y silencio para escuchar la voz de Dios y la voz de tu conciencia? ¿Tratas de hablar con Jesús o te aburres mientras “dicen misa”?.
  2. ¿Qué quiere decir Jesús al afirmar en el evangelio: “Destruid este templo y en tres días lo levantaré”?
  3. ¿Has leído alguna vez los mandamientos de la ley de Dios tal como están escritos en la Biblia? Hoy podemos hacerlo en la 1ª lectura de la misa (Ex 20, 1-17). Después de leerlos despacio, ¿Qué te ha llamado la atención?

Oremos con Jesús a Dios Padre

Señor Jesús, no puedo menos de manifestar mi sorpresa al contemplar hoy en el evangelio tu reacción en cierto modo violenta ante los vendedores del templo. Esta imagen parece no coincidir con tu condición de ser “manso y humilde de corazón”, y pacífico en todo momento, incluso cuando te maltratan en diversos momentos de la Pasión. Todo se explica porque está en juego, nada más y nada menos, que la imagen de Dios Padre y nuestra relación con él en un espacio sagrado como es el templo.

Señor Jesús, tú no podías tolerar que se distorsione de esa forma la imagen de Dios Padre, haciendo de “la casa de oración”, como bien dices, “una cueva de ladrones” (en versión de Mc 11, 17). Así como purificaste el templo de Jerusalén, te suplico que vengas hoy a este encuentro en la oración para que nos muestres qué tenemos que expulsar de nuestra vida para quedar purificados, reconciliados, en disposición de encontrarnos contigo; para que la celebración de la misa sea de verdad un encuentro personal contigo que nos hablas en el Evangelio y nos das a comer tu Cuerpo en la comunión. Concédenos, Señor, esta gracia que te pedimos con fe.

Amén.