DOMINGO 08 DE JUNIO «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-23

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».
Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Palabra de Dios.

Oración

“Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Don en tus dones espléndido, luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo”. Cierto, Señor Jesús, hoy es el día del Espíritu de Dios, tu Espíritu, Tú mismo, que, aunque has ascendido al cielo con el Padre, sigues presente entre nosotros por medio de tu Espíritu, el Espíritu Santo. Eres luz que penetra las almas y fuente del mayor consuelo. Acudimos a ti con la confianza de que iluminas nuestra vida para que sigamos el buen camino que nos hace felices y nos aporta el mayor consuelo.

“Ven, dulce huésped del alma, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos. Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro”. Tú nos has dicho, Señor Jesús, “el que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”. El Espíritu de Dios o Espíritu Santo se manifiesta en el amor. Por el amor, habita en nosotros. Es dulce huésped del alma que da calor y vida a nuestra existencia y a todo nuestro entorno.

“Ven, Espíritu de Amor, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, guía al que tuerce el sendero”. Señor Jesús, tú mismo nos dijiste “Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos… hasta el confín de la tierra”. Conocemos bien nuestra debilidad, Señor; por eso necesitamos la fuerza de tu Espíritu que nos infunde el don de fortaleza. Ojalá invoquemos una y muchas veces el don de tu Espíritu.

“Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos. Por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito, salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno”. Ayúdanos, Señor Jesús, a recordar los siete dones de tu Espíritu: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios. Y con tu ayuda, experimentaremos los frutos del Espíritu en nosotros: amor, alegría, paz, comprensión, amabilidad, bondad, lealtad, mansedumbre, dominio de sí. Así nos preparamos nosotros y toda la Iglesia para un nuevo Pentecostés.  

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Gabriel Moreno Cerezo

Gabriel es natural de Valluércanes un pueblo cerca de Pancorbo en la provincia de Burgos.

Es el pequeño de tres hermanos.

Fue ordenado sacerdote en el año 1992.

Su primer año de ministerio lo ejerció como Vicario Parroquial en la Parroquia de San Pedro Regalado en Aranda de Duero.

En una primera etapa estuvo destinado como párroco en Castrillo de la Vega y pueblos cercanos como: Berlangas de Roa, Hoyales de Roa y Fuentecén.

Después pasó a ser párroco de Gumiel de Izán y alrededores como: Quintana del Pidio, Bahabón de Esgueva, Oquillas, Tubilla del Lago, Valdeande, Villanueva de Gumiel y Villalbilla de Gumiel.

Actualmente es el párroco de nuestra Iglesia de San Pedro de la Fuente desde hace nueve años.

Desde el año 2022 es el representante de Cáritas en el Arciprestazgo de Burgos-Vena y en el 2023 fue nombrado Arcipreste del mismo Arciprestazgo.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Por supuesto que sí; es el que vive para darnos Vida.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

Trato de tenerlo presente durante toda la jornada, pero la relación se hace especialmente intensa en la celebración de la Eucaristía.

En tu opinión, ¿Cuáles pueden ser hoy buenos signos externos que muestren a los demás nuestra fe en que Jesús resucitó y vive?

El respeto, la tolerancia, la cercanía… etc. guiadas por la oración.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

Nada. Acostumbro a pedir en mi oración que Jesús se haga el encontradizo con todas las personas que aún no han tenido la suerte de conocerle.

DOMINGO 01 DE JUNIO «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Lucas 24, 46-53

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Así está escrito: el Mesías padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día y en su nombre se proclamará la conversión para el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén.
Vosotros sois testigos de esto. Mirad, yo voy a enviar sobre vosotros la promesa de mi Padre; vosotros, por vuestra parte, quedaos en la ciudad hasta que os revistáis de la fuerza que viene de lo alto».
Y los sacó hasta cerca de Betania y, levantando sus manos, los bendijo.
Y mientras los bendecía, se separó de ellos, y fue llevado hacia el cielo.
Ellos se postraron ante él y se volvieron a Jerusalén con gran alegría; y estaban siempre en el templo bendiciendo a Dios.

Palabra de Dios.

Oración

Dios todopoderoso, concédenos exultar de gozo y alegrarnos con religiosa acción de gracias, porque la Ascensión de Jesucristo, tu Hijo, es ya nuestra victoria; y, donde nos ha precedido él, que es nuestra cabeza, esperamos llegar también nosotros, como miembros de su cuerpo.

Con estas palabras, oramos hoy a Dios como miembros de tu Iglesia y nos sentimos unidos a ti, Señor Jesús. Al mismo tiempo que celebramos con alegría tu Ascensión a la gloria del cielo, alientas nuestra esperanza de llegar también nosotros a gozar de tu gloria en el cielo. Así nos lo dice hoy la segunda lectura: “El Padre de la gloria nos dé espíritu de sabiduría para que comprendamos cuál es la esperanza a la que nos llama y cuál la riqueza de gloria que da en herencia a los santos”.

Hay una expresión que se repite en el evangelio –final de San Lucas- y en la primera lectura –comienzo de los Hechos- Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que va a venir sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y hasta el confín de la tierra” (Hch 1, 8). “Comenzando por Jerusalén, vosotros sois testigos de esto” (Lc 24, 48). En el momento de ascender al cielo, nos has dejado, Señor Jesús, una misión para nuestro quehacer en la tierra, la misión de ser tus testigos en el mundo. Ayúdanos, Señor Jesús, a dar testimonio de amor ti y al prójimo, a defender la verdad y la justicia, a ser portadores de paz y alegría. Sí, queremos dar testimonio de tu mensaje del evangelio con nuestras obras y nuestras palabras. La misma misión que tú has cumplido, Señor, en la tierra, hemos de realizarla ahora nosotros que somos tu Iglesia.

Para ser tus testigos, Señor Jesús, nos concedes la fuerza de tu Espíritu. Esto quiere decir que no es misión imposible; contamos con la fortaleza del Espíritu Santo. Lo hemos recibido cada uno de nosotros en el bautismo y sobre todo en la confirmación al ser ungidos con el santo crisma: N. (mi nombre) recibe por esta señal el don del Espíritu Santo. Ayúdanos, Señor, a actualizar en nuestra vida el inestimable don del Espíritu que hemos recibido.

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Germán Martínez García

Germán tiene 25 años.

Colabora en la parroquia de la Asunción de nuestra Señora de Villalbilla de Burgos.

Trabaja en la empresa de inserción de Caritas Burgos, exactamente en el catering El gusto.

Enfocó su vida laboral en el mundo de la cocina desde que terminó el instituto, formándose en la escuela de hostelería y, por una “casualidad”, para él atribuida a la virgen, empezó a trabajar en el gusto.

Como afición tiene el folclore, pero sobretodo organizar y participar de las actividades en la asociación del pueblo, dónde ahí tiene su vida, su familia y sus amigos.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Para mí Jesús es un amigo, alguien más en mi día a día, pero alguien a quien tengo por confidente, alguien que sé que está presente en mi vida y me va guiando por el camino.

Con estas palabras doy por hecho que Jesús es alguien que vive.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

En cualquier momento, le puedo hablar, contarle, preguntarle, pedirle, darle gracias… sin importar donde esté.

Obviamente el encuentro se intensifica en la presencia eucarística, en momentos de oración y de recogimiento.

En tu opinión, ¿Cuáles pueden ser hoy buenos signos externos que muestren a los demás nuestra fe en que Jesús resucitó y vive?

Creo que el mejor signo visible es la expresión física: «la alegría». Transmitir alegría, un cristiano tiene que ser alegre y tiene que contagiar la alegría. Alguien que tiene una buena noticia no la dice triste, por eso creo que una sonrisa es un buen signo.

«El darte». Darte a los hermanos, al prójimo, ayudar a la gente que te rodea que se cruza en el camino sin esperar nada a cambio.

«Lo litúrgico». Una liturgia viva, alegre, que transmita realmente lo que celebra, el sacrificio que culmina con vida por amor.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

Decirle para convencerle, no le diría nada, le invitaría a conocer testimonios de fe, a participar de la misa, a escuchar la palabra.

Y le invitaría a estar dispuesto a escuchar.

DOMINGO 25 DE MAYO «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 14, 23-29

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«El que me ama guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él.

El que no me ama no guarda mis palabras. Y la palabra que estáis oyendo no es mía, sino del Padre que me envió.

Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho.

La paz os dejo, mi paz os doy; no os la doy yo como la da el mundo. Que no se turbe vuestro corazón ni se acobarde. Me habéis oído decir: “Me voy y vuelvo a vuestro lado”. Si me amarais, os alegraríais de que vaya al Padre, porque el Padre es mayor que yo, Os lo he dicho ahora, antes de que suceda, para que cuando suceda creáis».

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, nos vamos acercando a la gran fiesta del Espíritu Santo que es Pentecostés. En el evangelio de este domingo sexto de Pascua está ya presente la promesa del Espíritu: “El Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho”. Ayúdanos, Señor, a prepararnos para recibir tu Espíritu que es el gran don de tu Resurrección, el Espíritu de Dios o Espíritu Santo.

Concédenos la gracia de tu amor conforme a tus palabras del evangelio de hoy: “El que me ama, guardará mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él”. Tu Espíritu de Amor nos capacita para amar a Dios y al prójimo, y para hacer posible el milagro de tu morada en nuestro interior, en nuestro corazón. Tu Espíritu de Amor es también Espíritu de paz. Por eso, “la paz os dejo, mi paz os doy”. Paz con nosotros mismos, que es fuente de alegría, y paz con todos los demás, que es semilla de fraternidad.

Con el don del Espíritu en nuestro interior, hacemos nuestra la oración secuencia de Pentecostés:

Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo. Padre amoroso del pobre, don en tus dones espléndido, luz que penetra las almas, fuente del mayor consuelo. Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz, y enriquécenos. Mira el vacío del hombre si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento. Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al busca salvarse y danos tu gozo eterno.

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Puri Sancho López

Puri tiene formada una familia con dos hijos de 21 y 18 años.

Trabaja de Auxiliar de colectividades en la casa de la Hijas de la Caridad en Rabé de las Calzadas.

Entre sus aficiones se encuentra dibujar, hacer manualidades, coser, dar paseos por el campo y sobre todo pasar tiempo con su familia.

Pertenece a la Parroquia de San Pedro de la Fuente donde es catequista desde el año 2012.

También es cofrade de la Cofradía de la Oración en el Huerto y Ntra. Señora de los Dolores desde 2016 y miembro del Consejo Pastoral Parroquial.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Para mi Jesús está vivo en cada uno de nosotros, me relaciono con él en la oración y en la adoración.

Él es el Hijo de Dios el creador de la vida. Con Dios es uno dejándonos libertad para decidir y se hizo hombre para dar ejemplo de cómo vivir para alcanzar el Reino de Dios.

Jesús murió, resucitó y ascendió al Reino de Dios, allí nos espera. Dios nos perdona siempre que estemos arrepentidos y así poder alcanzar el Reino de Dios.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

«La relación que tengo con El Señor es continua»: en casa, en el trabajo…

«En él confío, dejo todo en sus manos», me siento orientada en mis decisiones, siento su influencia en cosas que si no yo no las pensaría, le pido ayuda, perdón, le doy gracias por haberme sacado de tantas dificultades.

En tu opinión, ¿Cuáles pueden ser hoy buenos signos externos que muestren a los demás nuestra fe en que Jesús resucitó y vive?

El tener  fe en el Señor hace que me sienta tranquila.

«Sé que él quiere lo mejor para mí, me siento acompañada».

Aunque este sola, ha hecho que conozca a gente que se nota que llevan al Señor en su vida y me lo trasmiten en su mirada, sus silencios y gestos.

Esto también hace que pase más ratos de oración, de adoración, de leer el evangelio, acercándome al Señor sintiéndome bien, queriendo transmitirlo a los demás.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

Le recordaría lo que dijo Jesús en la tierra: «Acercaos a mi todos los que estáis cansados y agobiados y yo os aliviaré». (Mt. 11, 28).

Yo me acerque y me acerco a él, lo dejo todo en sus manos y siento ese alivio en muchas situaciones de mi vida, «si dejas una rendija abierta en tu corazón, sentirás su presencia, él quiere que le dejes amarte».

DOMINGO 18 DE MAYO «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 13, 31-33a. 34-35

Cuando salió Judas del cenáculo, dijo Jesús:
«Ahora es glorificado el Hijo del hombre, y Dios es glorificado en él. Si Dios es glorificado en él, también Dios lo glorificará en sí mismo: pronto lo glorificará. Hijitos, me queda poco de estar con vosotros.

Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros. En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros».

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, en este domingo quinto de Pascua nos enseñas el mandamiento nuevo del amor fraterno: “Os doy un mandamiento nuevo: que os améis unos a otros; como yo os he amado, amaos también unos a otros”. Estas palabras tienen mucha importancia en tu evangelio. Prueba de ello es que nos las dices en el marco de la última cena, donde instituiste el sacramento del amor que es la Eucaristía, tu presencia real entre nosotros. Fue en un ambiente de despedida: “Hijos míos, me queda poco de estar con vosotros”, donde nos entregas como testamento el mandamiento nuevo del amor. De hecho, las primeras palabras en este mismo cap. 13 son: “Habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo”. Así lo manifiestas con tus palabras y con tus obras. Por eso nos mandas amar “como yo os he amado”.

Señor Jesús, tu insistencia en el amor fraterno hace que nos lo repitas una y otra vez para que lo tengamos siempre presente: “En esto conocerán todos que sois discípulos míos: si os amáis unos a otros”. Este es el distintivo y no otro. Y más adelante nos dices de nuevo: “Este es mi mandamiento: que os améis unos a otros como yo os he amado…Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que yo os mando”. Y añades una vez más: “Esto os mando: que os améis unos a otros”. Coincide además con tu doble mandamiento que resume la ley de Dios y la enseñanza de los profetas: “Lo principal y primero de todo es amar a Dios con todo el corazón… y amar al prójimo como a uno mismo”.

¿Por qué, Señor, esta insistencia en el amor? Sencillamente porque quieres nuestro bien: “Os he hablado de esto para que mi alegría esté en vosotros, y vuestra alegría llegue a plenitud”. Dios quiere que vivamos contentos, alegres. Está comprobado por la experiencia y cada uno lo puede comprobar en sí mismo, que el amor verdadero es fuente de alegría. San Pablo, cuando enumera los frutos del Espíritu, comienza así: “Frutos del Espíritu son amor, alegría, paz…” Concédenos, Señor Jesús, amarte con todo el corazón, y amar al prójimo como a nosotros mismos.  

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Alejandro Sánchez Gutiérrez

Alejandro tiene 25 años y es seminarista de nuestra Archidiócesis.

Aunque nació en la ciudad de Burgos y ha vivido la mayor parte del tiempo en ella, ahora reside con sus padres en Araúzo de Miel.

Su familia, cristiana pero no practicante, está formada por sus padres y dos hermanos mayores.

La fe no es algo vivido comúnmente en su casa, pero poco a poco se van acercando un poco más a lo trascendente.

Hace 6 años que comparte comunidad con sus compañeros en el Seminario Diocesano San José.

El Señor le llamó a seguirle de un modo muy sencillo, acercándose a la figura de san José, quien le guió hacia el encuentro con esta vocación, aunque ahora está convencido de que la Voz de Dios se manifestaba en él mucho antes.

Las virtudes de este gran santo las acogió con la convicción de que los sacerdotes que entonces conocía eran una imitación clave de él, y su fascinación por él y su admiración por los sacerdotes, le hicieron querer ser como ellos, como san José: humilde, cercano al Hijo, silencioso y oculto pero con el importante papel de ser instrumento siempre de Dios para con los demás.

Con 17 años, acompañado de un sacerdote, profesor de Religión en su instituto, fue dando los primeros pasos hacia el seminario, asistiendo a encuentros, campamentos, etc. y, finalmente, entró en 2º de Bachillerato al Seminario Menor.

Después de 6 años en la casa solo puede dar gracias a Dios por estos años, por la felicidad que ha vivido siempre y que solo desea compartir con los demás.

Actualmente se dedica a compaginar dos cosas: sus estudios de especialización en la Facultad de Teología, realizando el primer año de la Licenciatura en Laicos, familia y vida; y asistiendo y viviendo la etapa de pastoral del Seminario en la Parroquia San Pedro y San Felices, donde ayuda durante los fines de semana.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

En este Tiempo de Pascua debe resonar en nuestros corazones la confesión de Pedro, cuando dijo respondiendo a la pregunta del Señor: «Tú eres el Mesías, el Hijo del Dios vivo» (Mt 16, 16). Esta afirmación, tan sencilla y profunda, encierra toda la esencia de la fe cristiana: reconocer a Jesús no solo como un personaje histórico o un gran maestro, sino como el Hijo de Dios que ha vencido a la muerte y vive para siempre. La Pascua, con su luz y su esperanza, no essolo un recuerdo de un acontecimiento pasado, sino una realidad viva que transforma el presente. Por eso, celebrar la Resurrección es afirmar con gozo que «el Señor está vivo», que «ha resucitado verdaderamente» y que camina con nosotros cada día.

Para mí, Jesús es alguien vivo, cercano y real. «No es una idea abstracta» ni una figura lejana de un pasado remoto. «Es una presencia constante que me acompaña», me guía y me sostiene. Me relaciono con Él a través de la oración diaria, la escucha de la Palabra, los sacramentos y se me manifiesta, también, en el rostro de los compañeros del seminario, de los amigos, de la familia, etc. Jesús, sobre todo en estos días de Pascua, me interpela y, a la vez, llena mi corazón de paz y esperanza. Es un amigo fiel y un maestro paciente.

Jesús es para mí «el centro de mi vida». Es quien da sentido a toda mi existencia y, sobre todo, a mi vocación. Vivir la Pascua es renovar esta relación tan profunda con Él, es volver a encender la llama de la fe, es dejarme tocar de nuevo por el poder de su Resurrección, que hace nuevas todas las cosas.

También es un reflejo para mí del «rostro visible de un Dios» que no se ha quedado en las alturas, sino que ha bajado hasta nosotros para caminar con nosotros: Emmanuel, «Dios con nosotros». En este tiempo pascual, al contemplar la tumba vacía, experimento que no estoy solo, que la muerte no tiene la última palabra, que hay esperanza más allá del dolor y la incertidumbre. Jesucristo vive, «y porque Él vive, puedo vivir yo también en plenitud».

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

Mi relación con el Señor se manifiesta de múltiples maneras y en distintos momentos de mi vida, pero hay algunos particularmente significativos que han marcado mi camino de fe y mi vocación. Como seminarista, no puedo separar mi historia personal de la presencia constante de Jesús, que me ha llamado, me acompaña en mi formación y transforma mi corazón poco a poco a semejanza del suyo, Buen Pastor.

Uno de los momentos en los que más intensamente percibo mi relación con Jesús es en «la oración diaria». En el silencio de la capilla, frente al Sagrario, experimento su cercanía viva, su escucha paciente y percibo su amor incondicional. Es allí donde puedo abrirle el corazón tal como soy, sin máscaras ni apariencias. Muchas veces, incluso cuando no encuentro palabras, siento que Él está ahí, sosteniéndome, escuchando mis silencios. La oración se convierte en ese espacio sagrado donde la amistad con Jesús se cultiva, madura y me fortalece para seguir adelante.

Otro momento crucial es «en la Eucaristía». Participar en la celebración diaria de la Eucaristía, y especialmente en la adoración eucarística, me hace ver que Jesús no es solo alguien pasado y antiguo, sino un Dios vivo en el presente que cada día se entrega por mí en el memorial del sacrificio redentor. Es ahí donde encuentro sentido, consuelo y alimento espiritual para poder vivir en plenitud.

También descubro la presencia de Jesús «en la vida comunitaria» del Seminario. A veces, en lo cotidiano y sencillo de la convivencia, Jesús me habla a través de los demás: en una conversación fraterna, en el testimonio de un compañero, en los desafíos que supone vivir en comunidad. Todo eso me ayuda a crecer en humildad, paciencia y caridad, y me recuerda que seguir a Jesús es siempre un camino de entrega y conversión constante.

Jesús se manifiesta, en definitiva, en cada paso de este camino vocacional. Me llama a seguirlo más de cerca, a configurarme con Él, que es Buen Pastor, y a confiar plenamente en su amor providente. «No camino sólo, camino con Él».

En tu opinión, ¿Cuáles pueden ser hoy buenos signos externos que muestren a los demás nuestra fe en que Jesús resucitó y vive?

Hoy más que nunca necesitamos signos visibles que manifiesten al mundo que creemos firmemente en que Jesús ha resucitado y vive entre nosotros. La fe en la Resurrección no es solo una afirmación teológica, sino una realidad transformadora que debe reflejarse en nuestra vida concreta. Por eso, creo que uno de los signos más significativos y auténticos que muestran esa fe es «la alegría cristiana». No una alegría superficial, son esa alegría serena y profunda que brota de saberse amado por un Dios vivo, que ha vencido el pecado y la muerte. En medio de un mundo marcado por la incertidumbre, el sufrimiento y el individualismo, una persona verdaderamente alegre por Cristo se convierte en un testimonio elocuente de su presencia viva.

Otro signo externo fundamental es «la caridad concreta», el amor que se traduce en gestos visibles de servicio, de compasión, de entrega a los demás, especialmente a los pobres, los enfermos, los marginados. La fe pascual no se puede quedar encerrada en los templos: debe salir a las periferias, tocar las llagas del hermano, construir puentes y derribar muros, como nos recordó hace poco el papa León XIV.

Además, considero que «la coherencia de vida» es también un signo eficaz. En un tiempo en el que muchas palabras pierden peso, una vida vivida con autenticidad, con rectitud, con esperanza incluso en medio de las pruebas, habla por sí sola. Vivir con sentido, con fe en el futuro, con fidelidad a los valores del Evangelio, demuestra que nuestra esperanza no está en algo vacío y que creemos verdaderamente en el poder del Resucitado.

También son signos visibles y necesarios «los gestos litúrgicos y comunitarios»: una celebración de la Eucaristía vivida con profundidad y belleza, una comunidad unida y en paz, etc. Todo ello habla de que algo más grande nos mueve, de que no estamos actuando por interés humano, sino porque Cristo resucitado está en medio de nosotros y nos envía a dar testimonio.

Por último, creo que «los jóvenes podemos ser también signos de la fe en Jesús resucitado. Nuestra sola decisión de dejarlo todo para seguir a Cristo», en una sociedad donde muchas veces se vive como si Dios no existiera, es ya una «señal contracultural» que puede despertar preguntas, inquietudes y esperanzas en los demás. Nuestro testimonio, humilde e imperfecto, aunque sincero, puede ser un anuncio viviente de que Jesús no es un recuerdo vago del pasado, sino un Dios que sigue llamando, amando y resucitando corazones olvidados.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

A alguien que no cree que Jesús, verdadero hombre como nosotros, haya resucitado y viva para siempre, no intentaría convencerlo solo con argumentos, sino sobre todo «con el testimonio de vida». Le diría, con sencillez y respeto, que entiendo sus dudas, porque creer en la Resurrección no es algo fácil. De hecho, incluso los primeros discípulos tardaron en comprenderlo y necesitaron encontrarse con el Resucitado para creer de verdad, ¿recordáis a Tomás? No es una idea que se impone, sino una experiencia que si se deja puede transformarlo.

Le invitaría a mirar con atención «lo que ha ocurrido en la historia» y en tantas vidas marcadas por el encuentro con Jesús. Porque la fe cristiana no nace de una teoría, sino de un hecho: que un hombre crucificado por amor ha vencido la muerte y sigue transformando los corazones, sanando las heridas, dando sentido a la vida y despertando vocaciones. Jesús no solo resucitó hace más de dos mil años, sino que sigue resucitando en cada persona que se deja tocar por su amor.

Le diría también que yo mismo no he llegado a creer porque me lo impusieran, sino porque «he experimentado en mi propia vida» cómo Jesús ha salido a mi encuentro, cómo me ha levantado en momentos de oscuridad, cómo ha llenado de luz y de esperanza mi camino. No es una creencia vacía, es una relación viva con alguien que me conoce, me ama y me llama por mi nombre. Ese Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre, vive, y cuando uno se abre a Él, aunque sea con una pequeña chispa de fe, comienza a experimentar una vida nueva.

Finalmente, no trataría de dar una lección, sino de sembrar una pregunta: «¿Y si fuera verdad? ¿Y si Jesús realmente vive y quiere encontrarse contigo?» A veces, basta con dejar esa puerta entreabierta para que Él mismo entre y se haga presente. Porque la fe en la Resurrección no nace de demostrar, sino de encontrarse. Y cuando uno se encuentra con el Resucitado, todo cambia.

DOMINGO 11 DE MAYO «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 10, 27-30

En aquel tiempo, dijo Jesús:
«Mis ovejas escuchan mi voz, y yo las conozco, y ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna; no perecerán para siempre, y nadie las arrebatará de mi mano.

Lo que mi Padre me ha dado es más que todas las cosas, y nadie puede arrebatar nada de la mano de mi Padre.

Yo y el Padre somos uno».

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, en este domingo cuarto del tiempo de Pascua celebramos el domingo del buen Pastor. “Yo soy el buen Pastor que conozco a mis ovejas y doy mi vida por ellas”. Estas son tus palabras, Señor. Y para que nos demos cuenta de lo que esto implica, añades: “Mis ovejas escuchan mi voz y me siguen”.

 Por este motivo celebramos hoy la jornada mundial de oración por las vocaciones. Ayúdanos, Señor Jesús, a comprender lo que esto significa para todos nosotros, porque hablar de vocación es hablar de todos y cada uno de los cristianos. Cada uno tenemos nuestra vocación. Hemos recibido una llamada de Dios para ejercer una misión en el mundo, siempre al servicio de los demás.

Jesús, tú eres el buen Pastor que nos conoces personalmente y nos guías por los mejores caminos con tus palabras del evangelio y tus orientaciones en nuestra conciencia. Bendícenos con tu gracia para que podamos responder lo mejor posible a la misión que nos encomiendas. De una manera especial te queremos pedir hoy por el nuevo Papa León XIV que, a través de la elección de los cardenales, has nombrado Pastor de la Iglesia Universal, siguiendo tu ejemplo y tu palabra. Que nuestra oración y nuestro afecto le acompañen con la luz y la fuerza de tu Espíritu, el Espíritu Santo que está presente en su ministerio.

Te pedimos también, Señor Jesús, en esta jornada de oración por las vocaciones para que haya jóvenes cristianos dispuestos a acoger tu llamada y seguir la vocación sacerdotal. Sabemos por experiencia que tu llamada a una vocación va acompañada de las gracias necesarias para vivir con alegría la misión que nos encomiendas.

Señor Jesús, alimenta nuestro espíritu con tu Palabra. Queremos dejarnos guiar por la luz de tu verdad. Fortalece nuestra vida con el pan eucarístico que es tu Cuerpo para la vida del mundo. Aumenta nuestro amor a la eucaristía y ayúdanos a seguir tus pasos como buen Pastor. Que la celebración de este domingo nos llene de alegría y sepamos comunicarla a nuestros familiares y amigos.

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Marina María Peñacoba Rogel

Marina pertenece a la parroquia de Santa María La Real y Antigua en Gamonal.

En ella es catequista de Comunión desde los 18 años y miembro del Coro Parroquial.

A nivel de la diócesis participa en el coro diocesano «Pedal» (Potente Equipo de Animación Litúrgica) y en el de la Parroquia del Espíritu Santo.

También forma parte de un Grupo de Vida de Jóvenes desde hace casi 10 años.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Jesús es mi guía y mi pilar, sobre Él apoyo toda mi vida (mis problemas, preocupaciones, deseos, esperanzas y alegrías).

El saber que Él siempre me acompaña, me da tranquilidad, confianza y fuerza para afrontar la vida en todas sus dimensiones.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

Sobre todo en la oración pero en general, en el día a día. Gracias al grupo de vida al que pertenezco, «he aprendido a ver a Jesús en los pequeños detalles», en las personas con las que me cruzo y con las que comparto gran parte de mi día, como compañeros de trabajo, amigos y familia. Ellos me acercan a Jesús.

En la oración diaria comparto con Él muchos de los momentos vividos con estas personas, circunstancias, preocupaciones y deseos.

«Hablar con Él me da paz».

En tu opinión, ¿Cuáles pueden ser hoy buenos signos externos que muestren a los demás nuestra fe en que Jesús resucitó y vive?

La fe se nota en nuestra forma de vivir la vida. En nuestra ALEGRÍA por Cristo resucitado y nuestra ESPERANZA de salvación.

Esta alegría y esperanza se refleja en mi relación con los demás, así como los valores que Jesús nos inculcó. Él es mi maestro y mi ejemplo, e intento seguir sus enseñanzas en mí día a día.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

Desde mi punto de vista, hablar de Dios con alguien no creyente, se debe hacer desde la cercanía y la naturalidad.

Sin imponer nuestra creencia, podemos compartir experiencias personales y ejemplos de cómo la fe ha influido en nuestra vida.

Todo esto por supuesto, acompañado de nuestro ejemplo de vida y coherencia con las enseñanzas y valores que Jesús nos enseñó.

DOMINGO 04 DE MAYO «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 21, 1-19

En aquel tiempo, Jesús se apareció otra vez a los discípulos junto al lago de Tiberíades. Y se apareció de esta manera:
Estaban juntos Simón Pedro, Tomás, apodado el Mellizo; Natanael, el de Caná de Galilea; los Zebedeos y otros dos discípulos suyos.
Simón Pedro les dice:
«Me voy a pescar».
Ellos contestan:
«Vamos también nosotros contigo».
Salieron y se embarcaron; y aquella noche no cogieron nada. Estaba ya amaneciendo, cuando Jesús se presentó en la orilla; pero los discípulos no sabían que era Jesús.
Jesús les dice:
«Muchachos, ¿tenéis pescado?».
Ellos contestaron:
«No».
Él les dice:
«Echad la red a la derecha de la barca y encontraréis».
La echaron, y no podían sacarla, por la multitud de peces. y aquel discípulo a quien Jesús amaba le dice a Pedro:
«Es el Señor».
Al oír que era el Señor, Simón Pedro, que estaba desnudo, se ató la túnica y se echó al agua. Los demás discípulos se acercaron en la barca, porque no distaban de tierra más que unos doscientos codos, remolcando la red con los peces.
Al saltar a tierra, ven unas brasas con un pescado puesto encima y pan.
Jesús les dice:
«Traed de los peces que acabáis de coger».
Simón Pedro subió a la barca y arrastró hasta la orilla la red repleta de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y aunque eran tantos, no se rompió la red.
Jesús les dice:
«Vamos, almorzad».
Ninguno de los discípulos se atrevía a preguntarle quién era, porque sabían bien que era el Señor. Jesús se acerca, toma el pan y se lo da, y lo mismo el pescado.
Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a los discípulos después de resucitar de entre los muertos.
Después de comer, dice Jesús a Simón Pedro:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?».
Él le contestó:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis corderos».
Por segunda vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me amas?».
Él le contesta:
«Sí, Señor, tú sabes que te quiero».
Él le dice:
«Pastorea mis ovejas».
Por tercera vez le pregunta:
«Simón, hijo de Juan, ¿me quieres?».
Se entristeció Pedro de que le preguntara por tercera vez:
«¿Me quieres?»
Y le contestó:
«Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero».
Jesús le dice:
«Apacienta mis ovejas. En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras».
Esto dijo aludiendo a la muerte con que iba a dar gloria a Dios. Dicho esto, añadió:
«Sígueme».

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, a la luz de tu evangelio está bien claro que te apareciste repetidas veces a tus apóstoles que habían de ser continuadores de tu misión en el mundo. De esta forma pones de manifiesto que “sigues estando presente con nosotros todos los días hasta final de los tiempos”.

En el evangelio de hoy te haces presente a un buen grupo de apóstoles cuando están pescando en el lago de Tiberíades. Después de una noche sin coger nada, les indicas dónde echar las redes. Gracias, Jesús, porque en este evangelio nos muestras que contigo todo es posible y sin ti no conseguimos nada. Gracias porque en la pesca milagrosa aparece un número que es signo de plenitud: 153 peces, resultado de sumar el cuadrado de dos números perfectos, 12 y 3, es decir, 144 más 9, igual a 153. Algo importante nos quieres enseñar con este número de plenitud. Todos estamos llamados a gozar los dones de tu gracia y todos cabemos en la barca de la Iglesia. “Y aunque eran tantos, no se rompió la red”.

Gracias también porque, al comer con tus discípulos, nos muestras que es verdad tu presencia de resucitado, que has vencido el mal y la muerte y nos invitas a compartir contigo y con los hermanos el pan de vida que es tu Cuerpo Resucitado.

Gracias, Señor Jesús, porque en estos días de elección de un nuevo Papa nos haces a todos, empezando por el que habrá de ser elegido, la pregunta decisiva: “N. (mi nombre y el tuyo) ¿me amas?” Tu pregunta es con un verbo que lleva consigo, no solo amistad recíproca, sino donación total a ejemplo de tu amor.

Gracias, Jesús, porque en el encargo que haces al apóstol Pedro, “Apacienta mis corderos… Pastorea mis ovejas”, nos encargas a todos nosotros, como seguidores tuyos y miembros de la Iglesia, pedir a Dios Padre, especialmente estos días, el don del Espíritu Santo para el nuevo Papa, el que habrá de ser Pastor de la Iglesia universal, al servicio de toda la Iglesia y para bien de todos los hombres. Ojalá que también nosotros podamos responder: “Señor, tú conoces todo, tú sabes que te quiero”. 

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Feli Pozo Ramos

Feli es burgalesa de nacimiento y actualmente está jubilada.

Fue enfermera, una profesión que ha vivido con mucha vocación.

Desde 1969, es Hija de la Caridad, perteneciendo a la Comunidad de Rosalía Rendú, enclavada en el Barrio de San Pedro de la Fuente en Burgos desde el año 2012.

Desde el 2013 es «Delegada Diocesana de la Pastoral de la Salud» en nuestra Diócesis de Burgos.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Jesús para mí desde una visión teológica, es la presencia de Dios Padre hecho hombre. Quiso tomar esta condición humana para redimir el pecado de la humanidad, para mostrarme su amor y enseñarme el camino que le lleva a realizar en el mundo el plan de su Padre; y «yo quiero imitarle y seguirle».

 Jesús para mí, es presencia; lo siento y lo encuentro siempre  a mi lado.

En el camino que hacemos juntos,  Él va modelando mi vida, me va transformando. Vivimos un proceso donde va educando mi apego a mis propias contradicciones, mis enfoques equivocados, mis tropiezos y debilidades humanas.

Su presencia ilumina mi vida interior, me ayuda a recuperar la paz y serenidad que pierdo por culpa de mis errores; me mantiene la confianza superando la oscuridad. Estar conmigo me ayuda a tener una mirada más amplia sobre la humanidad universal.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

Un momento importante para mí, es «la oración».

Puedo decir que es un punto central en mi vida, aunque no el único, pues mi relación con Jesús además de mi vida interior concierne a toda mi existencia. Abarca  mi vida fraterna en comunidad y como miembro que soy  de la Compañía de las Hijas de la Caridad; afecta  a la relación con mi familia; involucra a mi ser y vivir como Iglesia y colaborar en sus diferentes estancias y servicios; implica a mi honestidad con la sociedad en la que me ha tocado vivir y, toca a todas  las circunstancias que se me dan día a día.

«Caminar con Jesús, desde mi humildad, me ayuda a mirar la vida como un don».

Don que agradezco y disfruto todos los días y que en la medida de mis posibilidades lo vivo en gratuidad con los demás. Con una cercanía cuidada con los más necesitados, los más frágiles, los que sufren por causa de su salud, limitaciones y carencias.

Este es el camino y mensaje que Jesús vivió, al que me invita y en el que deseo realizar los Planes del Padre.      

En tu opinión, ¿Cuáles pueden ser hoy buenos signos externos que muestren a los demás nuestra fe en que Jesús resucitó y vive?

Vivir gozosamente mi fe con actitud de confianza y esperanza. Poner atención a todo lo bueno y positivo que hay en los demás y en el mundo. Acompañar y apoyar con gestos concretos las expectativas de los hombres. Estar cerca de las personas en sus necesidades y circunstancias concretas.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

En nuestro ambiente, para muchos la fe no tiene que ver con la vida cotidiana y con las cosas que interesan.

«La fe es un don, quien lo tiene es un misterio», por lo tanto tengo que agradecer que yo viva con el don de la fe que necesito cultivar.

El lenguaje más elocuente es el de mis obras, el modo de vivir y dar sentido a mi vida. Aquí me cabe una reflexión y una tarea: irradiar la satisfacción de haber conocido a Jesús y hacer con El gozosamente el camino de mi vida. Vivir con convicción y compromiso mi carisma de Hija de la Caridad en las distintas situaciones que se dan en la Iglesia. Es la hora del testimonio.

En  mi vida he estado y estoy entre personas que sufren la enfermedad o la muerte en su propia piel o en personas queridas. A veces, no creyentes verbalizan que las personas con fe en esas experiencias dolorosas tienen otros recursos. Cuando viven circunstancias de impotencia y dolor se sienten interrogadas por otras formas de vivir lo que a ellas en ese momento les supera.  Son espacios en los que les comparto: “la confianza y fortaleza que  da  el  sentirse acompañado y sostenido por la fe; y que para los creyentes, la certeza del encuentro final con Cristo, ilumina y da sentido a estas  situaciones dolorosas y también en todas las vivencias de la vida.

Cuando se vive el dolor en ambientes de increencias, mi cometido en esos momentos, es de presencia y escucha; con un acompañamiento que aporte consuelo y si procede con una palabra de aliento.

DOMINGO 27 DE ABRIL «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 19-31

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
«Paz a vosotros».

Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
«Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».

Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo:
«Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían:
«Hemos visto al Señor».

Pero él les contestó:
«Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».

A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo:
«Paz a vosotros».

Luego dijo a Tomás:
«Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».

Contestó Tomás:
«Señor mío y Dios mío!».

Jesús le dijo:
«¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Palabra de Dios.

Oración

Señor Jesús, después de siete días seguimos celebrando con alegría el hecho más increíble que ha ocurrido en la historia de la humanidad, tu Cuerpo muerto, que fue depositado en el sepulcro de Jerusalén, “resucitó al tercer día y vive”. Es el acontecimiento más importante de nuestra fe, que se fundamenta en un hecho acreditado por la palabra y la vida de los que fueron testigos de tu presencia como Resucitado: “A este Jesús, a quien vosotros crucificasteis, Dios lo resucitó, de lo cual todos nosotros somos testigos”.

El evangelio de hoy nos permite situarnos en la tarde-noche de aquel primer día de la semana en que tú te hiciste presente entre tus discípulos. Gracias, Jesús, porque has querido hacerte visible en medio de tus discípulos cuando estaban reunidos con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Gracias porque les has enseñado las manos y el costado para que se convencieran de que eres tú mismo en persona, el crucificado que has resucitado. Gracias porque el saludo de paz que les repites hasta tres veces en el evangelio de hoy, es también para nosotros: “Paz a vosotros”. Y nos haces partícipes de tu misión en el mundo: “Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo… Recibid el Espíritu Santo”.

Gracias, Señor Jesús, porque, a través del apóstol Tomás, nos diriges una amable corrección que nos hace mucho bien: “No seas incrédulo, sino creyente”. Y nos alegra recibir tus palabras de bienaventuranza: “Bienaventurados los que crean sin haber visto”. Gracias, Señor Jesús, porque este evangelio ha sido escrito “para que creamos que tú eres el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengamos vida en tu nombre”.

Hoy, domingo de la misericordia, “damos gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia”. Como bien dijo el Papa Francisco, que acaba de morir, en su segundo día como Papa en marzo de 2013, “El mensaje de Jesús es la misericordia. Para mí, lo digo desde la humildad, es el mensaje más contundente del Señor”. ¡Dios de misericordia infinita! Acrecienta en nosotros los dones de tu gracia. Ayúdanos a vivir la fe, la esperanza y el amor.  

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Alejandro Garmón Izquierdo y Edurne García Herrería

Alejandro y Edurne llevan casados desde 2007.

Viven en el barrio y son padres de dos hijos de 13 y 9 años que asisten a catequesis en la parroquia de San Pedro de la Fuente.

Vinculados a la parroquia del mismo nombre, siendo integrantes del Coro de Familias desde 2024.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, decidnos si Jesús es para vosotros alguien que vive y que os relacionáis con él. ¿Quién es Jesús para vosotros?

Jesús es alguien vivo, presente en nuestras vidas influyendo en ellas como hijo de Dios que se sacrificó por nosotros, pero también como ejemplo de vida y de valores dignos de seguir y de transmitir a nuestros hijos.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tenéis con Jesús o esa relación de Jesús con vosotros?

A diario, en nuestra forma de relacionarnos con los demás intentamos seguir las enseñanzas que Jesús nos ofrece y transmitírselas a nuestros hijos y ponerlas en práctica como familia.

Además, por supuesto, rezando, acudiendo a la iglesia y en el último año descubriendo que «una preciosa forma de orar es cantar» y «tenemos el inmenso placer de hacerlo en familia» y rodeados de gente maravillosa como los miembros del coro de la parroquia.

¿Qué consecuencias tiene en vuestra vida normal de cada día esta fe o creencia en Jesús que vive?

En la alegría de sentirnos parte de una comunidad y la esperanza de la vida eterna.

¿Qué le diríais a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

No nos vemos capaces de explicar y mucho menos de convencer a nadie, pero, con humildad, sí creemos que es importante acercarse, escuchar con el corazón y dar ejemplo con nuestras acciones.

DOMINGO 20 DE ABRIL «PASCUA 2025»

¡JESÚS RESUCITÓ!

¡ÉL VIVE HOY!

Lectura del santo Evangelio según San Juan 20, 1-9

El primer día de la semana, María la Magdalena fue al sepulcro al amanecer, cuando aún estaba oscuro, y vio la losa quitada del sepulcro.

Echó a correr y fue donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, a quien Jesús amaba, y les dijo:
«Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto».

Salieron Pedro y el otro discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo corría más que Pedro; se adelantó y llegó primero al sepulcro; e, inclinándose, vio los lienzos tendidos; pero no entró.

Llegó también Simón Pedro detrás de él y entró en el sepulcro: vio los lienzos tendidos y el sudario con que le habían cubierto la cabeza, no con los lienzos, sino enrollado en un sitio aparte.

Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro; vio y creyó.

Pues hasta entonces no habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos.

Palabra de Dios.

Oración

Señor y Dios nuestro, Jesucristo Resucitado. Hoy celebramos la Pascua, porque tú, Jesús, has pasado de la muerte a la vida, has resucitado. ¡Aleluya! ¡Alegrémonos, porque Jesús resucitó y vive! ¡Alabemos al Señor, nuestro Dios!

Al amanecer del tercer día después de su muerte, el primer día de la semana, las mujeres, entre ellas María Magdalena, fueron al sepulcro, y encontraron corrida la piedra de entrada. Escucharon el mensaje: “¿Por qué buscáis entre los muertos al que vive? No está aquí. Ha resucitado”. Gracias, Señor Jesús, porque con tu Resurrección has vencido a la muerte. Y nos das esperanza para que esa victoria se cumpla también en nosotros.

El evangelio de hoy tiene dos palabras que encierran una gran enseñanza para todos nosotros: “Vio y creyó”. Cuando Pedro y Juan, tras recibir la información de María Magdalena, fueron a comprobar que el sepulcro estaba vacío, dice el mismo San Juan que lo escribió: “Vio y creyó”. ¿Qué vio y qué creyó? Esta es la pregunta que merece la pena responder en el evangelio de hoy.

Vio los lienzos de tela, la túnica de lino que había envuelto el cuerpo muerto de Jesús; lienzos y sudario “tendidos en el suelo”, o sea, aplanados a ras de suelo. No estaba tu cuerpo, Señor Jesús, y habías dejado tu imagen impresa en la túnica. Y Juan, que lo cuenta, creyó que habías cumplido tu palabra: “Al tercer día resucitaré”.  

A partir de este momento, tus discípulos, que hoy somos nosotros, creemos en tu presencia de Resucitado. Frutos de tu Espíritu de Dios son amor, alegría, paz… y una nueva vida con esperanza, una “esperanza que no defrauda”.  

Amén.

ÉL SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

PRUEBA DE ELLO...

Carmen Cuadrillero Ibáñez

Carmen es natural de Villalba de Duero; un pueblo cerquita de Aranda.

Vive en el barrio desde hace 8 años, está casada y tiene dos hijos de 19 y 14 años.

Pertenece a la Parroquia de San Pedro de la Fuente dónde es cofrade de la Cofradía de la Oración en el Huerto y Nuestra Señora de los Dolores; la cual este año celebra su 40º Aniversario. En ella ocupa el cargo de Maestro de Ceremonias desde el año 2024.

También es catequista de niños de Comunión.

En este tiempo de Pascua en el que celebramos la Resurrección de Jesús, dinos si Jesús es para ti alguien que vive y te relacionas con él. ¿Quién es Jesús para ti?

Jesús vive conmigo cada día. Es «mi faro en la adversidad» y mi amigo en los buenos momentos.

Es el apoyo que me sostiene cuando la vida me hace pasar pruebas muy duras y a quien dar gracias por la paz y la serenidad que trae a mi vida.

¿En qué momentos y cómo se manifiesta esa relación que tienes con Jesús o esa relación de Jesús contigo?

Me relaciono con Jesús todos los días de distintas formas. Doy gracias cuando siento su ayuda y, en la oración, encuentro consuelo y paz.

¿Qué consecuencias tiene en tu vida normal de cada día esta fe o creencia en Jesús que vive?

Me provoca felicidad, me empuja hacia los demás y, sobre todo, pone en mi camino buenas personas en las que confiar.

¿Qué le dirías a uno que no cree en esta verdad de fe: no cree que Jesús, como hombre que fue igual que nosotros, resucitó y vive?

Le diría: para; tómate un tiempo para acercarte a Jesús y rezar.

Siente la paz en esa oración. Déjate querer por Jesús porque es la experiencia más bonita que vas a vivir.

CALENDARIO DE PASCUA ‘2025’

¡CRISTO RESUCITÓ!

y

SIGUE VIVO ENTRE NOSOTROS

El Papa Francisco, después del Sínodo dedicado a los jóvenes en el 2018, escribió la Exhortación Apostólica CHRISTUS VIVIT”. Son las dos palabras con las que comienza esta carta. Título en español: “VIVE CRISTO, ESPERANZA NUESTRA”. En los nº 1-2 dice “Las primeras palabras que quiero dirigir a cada uno de los jóvenes cristianos son:‘¡Cristo vive y te quiere vivo!’. Él está en ti, Él está contigo y nunca se va. Por más que te alejes, allí está el Resucitado, llamándote y esperándote para volver a empezar. Cuando te sientas tocado por la tristeza, los miedos, las dudas o los fracasos, Él estará allí para devolverte la fuerza y la esperanza”.

Es la verdad fundamental de nuestra fe. Así lo dice San Pablo: “Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también nuestra fe… Pero Cristo ha resucitado de entre los muertos y es primicia de los que han muerto” (1Cor 15, 14.20). Es decir, Cristo ha resucitado primero y es garantía de que también nosotros resucitaremos.

Siendo verdad que Cristo ha resucitado, nuestra fe cristiana se fundamenta en la victoria de la vida sobre la muerte, del bien sobre el mal, de la verdad sobre la mentira, del gozo y la esperanza sobre la tristeza y la desesperanza.

Este tiempo de Pascua queremos hacerte partícipe de la alegría pascual a través del testimonio de unas personas que viven y comparten su vida de fe entre nosotros.

Cada semana de Pascua una persona aparecerá en nuestra página para testimoniar su fe. Deseamos que lo disfrutes con nosotros.

Abril

Domingo

20

I Domingo de Pascua

Domingo

27

II Domingo de Pascua

Mayo

Domingo

04

III Domingo de Pascua

Domingo

11

IV Domingo de Pascua

Domingo

18

V Domingo de Pascua

Domingo

25

VI Domingo de Pascua

Junio

Domingo

01

VII Domingo de Pascua

Domingo

08

Solemnidad de Pentecostés

Viernes Santo «S. SANTA 2025»

Pasión de Nuestro Señor Jesucristo según San Juan 18, 1 – 19, 42

Cronista:
En aquel tiempo, salió Jesús con sus discípulos al otro lado del torrente Cedrón, donde había un huerto, y entraron allí él y sus discípulos. Judas, el que lo iba a entregar, conocía también el sitio, porque Jesús se reunía a menudo allí con sus discípulos. Judas entonces, tomando una cohorte y unos guardias de los sumos sacerdotes y de los fariseos, entró allá con faroles, antorchas y armas. Jesús, sabiendo todo lo que venía sobre él, se adelantó y les dijo:
+ «¿A quién buscáis?».

C. Le contestaron:
S. «A Jesús, el Nazareno».

C. Les dijo Jesús:
+ «Yo soy».

C. Estaba también con ellos Judas, el que lo iba a entregar. Al decirles: «Yo soy», retrocedieron y cayeron a tierra. Les preguntó otra vez:
+ «¿A quién buscáis?».

C. Ellos dijeron:
S. «A Jesús, el Nazareno».

C. Jesús contestó:
+ «Os he dicho que soy yo. Si me buscáis a mí, dejad marchar a estos».

C. Y así se cumplió lo que había dicho: «No he perdido a ninguno de los que me diste».

Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al criado del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha. Este criado se llamaba Malco. Dijo entonces Jesús a Pedro:
+ «Mete la espada en la vaina. El cáliz que me ha dado mi Padre, ¿no lo voy a beber?».

C. La cohorte, el tribuno y los guardias de los judíos prendieron a Jesús, lo ataron y lo llevaron primero a Anás, porque era suegro de Caifás, sumo sacerdote aquel año; Caifás era el que había dado a los judíos este consejo: «Conviene que muera un solo hombre por el pueblo».

Simón Pedro y otro discípulo seguían a Jesús. Este discípulo era conocido del sumo sacerdote y entró con Jesús en el palacio del sumo sacerdote, mientras Pedro se quedó fuera a la puerta. Salió el otro discípulo, el conocido del sumo sacerdote, habló a la portera e hizo entrar a Pedro. La criada portera dijo entonces a Pedro:
S. «¿No eres tú también de los discípulos de ese hombre?».

C. Él dijo:
S. «No lo soy».

C. Los criados y los guardias habían encendido un brasero, porque hacía frío, y se calentaban. También Pedro estaba con ellos de pie, calentándose.

El sumo sacerdote interrogó a Jesús acerca de sus discípulos y de su doctrina.
Jesús le contestó:
+ «Yo he hablado abiertamente al mundo; yo he enseñado continuamente en la sinagoga y en el templo, donde se reúnen todos los judíos, y no he dicho nada a escondidas. ¿Por qué me preguntas a mí? Pregunta a los que me han oído de qué les he hablado. Ellos saben lo que yo he dicho».

C. Apenas dijo esto, uno de los guardias que estaba allí le dio una bofetada a Jesús, diciendo:
S. «¿Así contestas al sumo sacerdote?».

C. Jesús respondió:
+ «Si he faltado al hablar, muestra en qué he faltado; pero si he hablado como se debe, ¿por qué me pegas?».

C. Entonces Anás lo envió atado a Caifás, sumo sacerdote.

C. Simón Pedro estaba de pie, calentándose, y le dijeron:
S. «¿No eres tú también de sus discípulos?».

C. Él lo negó, diciendo:
S. «No lo soy».

C. Uno de los criados del sumo sacerdote, pariente de aquel a quien Pedro le cortó la oreja, le dijo:
S. «¿No te he visto yo en el huerto con él?».

C. Pedro volvió a negar, y enseguida cantó un gallo.

C. Llevaron a Jesús de casa de Caifás al pretorio. Era el amanecer, y ellos no entraron en el pretorio para no incurrir en impureza y poder así comer la Pascua. Salió Pilato afuera, adonde estaban ellos, y dijo:
S. «¿Qué acusación presentáis contra este hombre?».

C. Le contestaron:
S. «Si este no fuera un malhechor, no te lo entregaríamos».

C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y juzgadlo según vuestra ley».

C. Los judíos le dijeron:
S. «No estamos autorizados para dar muerte a nadie».

C. Y así se cumplió lo que había dicho Jesús, indicando de qué muerte iba a morir.

Entró otra vez Pilato en el pretorio, llamó a Jesús y le dijo:
S. «¿Eres tú el rey de los judíos?».

C. Jesús le contestó:
+ «¿Dices eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?».

C. Pilato replicó:
S. «¿Acaso soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí; ¿qué has hecho?».

C. Jesús le contestó:
+ «Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí».

C. Pilato le dijo:
S. «Entonces, ¿tú eres rey?».

C. Jesús le contestó:
+ «Tú lo dices: soy rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la verdad. Todo el que es de la verdad escucha mi voz».

C. Pilato le dijo:
S. «Y, ¿qué es la verdad?».

C. Dicho esto, salió otra vez adonde estaban los judíos y les dijo:
S. «Yo no encuentro en él ninguna culpa. Es costumbre entre vosotros que por Pascua ponga a uno en libertad. ¿Queréis que os suelte al rey de los judíos?».

C. Volvieron a gritar:
S. «A ese no, a Barrabás».

C. El tal Barrabás era un bandido.

C. Entonces Pilato tomó a Jesús y lo mandó azotar. Y los soldados trenzaron una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza y le echaron por encima un manto color púrpura; y, acercándose a él, le decían:
S. «Salve, rey de los judíos!».

C. Y le daban bofetadas.

Pilato salió otra vez afuera y les dijo:
S. «Mirad, os lo saco afuera para que sepáis que no encuentro en él ninguna culpa».

C. Y salió Jesús afuera, llevando la corona de espinas y el manto color púrpura. Pilato les dijo:
S. «He aquí al hombre».

C. Cuando lo vieron los sumos sacerdotes y los guardias, gritaron:
S. «Crucifícalo, crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:
S. «Lleváoslo vosotros y crucificadlo, porque yo no encuentro culpa en él».

C. Los judíos le contestaron:
S. «Nosotros tenemos una ley, y según esa ley tiene que morir, porque se ha hecho Hijo de Dios».

C. Cuando Pilato oyó estas palabras, se asustó aún más. Entró otra vez en el pretorio y dijo a Jesús:
S. «¿De dónde eres tú?».

C. Pero Jesús no le dio respuesta.

Y Pilato le dijo:
S. «¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para soltarte y autoridad para crucificarte?».

C. Jesús le contestó:
+ «No tendrías ninguna autoridad sobre mí si no te la hubieran dado de lo alto. Por eso el que me ha entregado a ti tiene un pecado mayor».

C. Desde este momento Pilato trataba de soltarlo, pero los judíos gritaban:
S. «Si sueltas a ese, no eres amigo del César. Todo el que se hace rey está contra el César».

C. Pilato entonces, al oír estas palabras, sacó afuera a Jesús y se sentó en el tribunal, en el sitio que llaman «el Enlosado» (en hebreo “Gábbata”). Era el día de la Preparación de la Pascua, hacia el mediodía.

Y dijo Pilato a los judíos:
S. «He aquí a vuestro rey».

C. Ellos gritaron:
S. «¡Fuera, fuera; crucifícalo!».

C. Pilato les dijo:
S. «¿A vuestro rey voy a crucificar?».

C. Contestaron los sumos sacerdotes:
S. «No tenemos más rey que al César».

C. Entonces se lo entregó para que lo crucificaran.

C. Tomaron a Jesús, y, cargando él mismo con la cruz, salió al sitio llamado «de la Calavera» (que en hebreo se dice “Gólgota”), donde lo crucificaron; y con él a otros dos, uno a cada lado, y en medio, Jesús. Y Pilato escribió un letrero y lo puso encima de la cruz; en él estaba escrito: «Jesús, e! Nazareno, el rey de los judíos».

Leyeron el letrero muchos judíos, porque estaba cerca el lugar donde crucificaron a Jesús, y estaba escrito en hebreo, latín y griego.

Entonces los sumos sacerdotes de los judíos dijeron a Pilato:
S. «No escribas “El rey de los judíos”, sino: “Este ha dicho: soy el rey de los judíos”».

C. Pilato les contestó:
S. «Lo escrito, escrito está».

C. Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de arriba abajo. Y se dijeron:
S. «No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».

C. Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto hicieron los soldados.

C. Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo al que amaba, dijo a su madre:
+ «Mujer, ahí tienes a tu hijo».

C. Luego, dijo al discípulo:
+ «Ahí tienes a tu madre».

C. Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.

C. Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba cumplido, para que se cumpliera la Escritura, dijo:
+ «Tengo sed».

C. Había allí un jarro lleno de vinagre. Y, sujetando una esponja empapada en vinagre a una caña de hisopo, se la acercaron a la boca. Jesús, cuando tomó el vinagre, dijo:
+ «Está cumplido».

C. E inclinando la cabeza, entregó el espíritu.

[Todos se arrodillan, y se hace una pausa.]

C. Los judíos entonces, como era el día de la Preparación, para que no se quedaran los cuerpos en la cruz el sábado, porque aquel sábado era un día grande, pidieron a Pilato que les quebraran las piernas y que los quitaran. Fueron los soldados, le quebraron las piernas al primero y luego al otro que habían crucificado con él; pero al llegar a Jesús, viendo que ya había muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados, con la lanza, le traspasó el costado, y al punto salió sangre y agua. El que lo vio da testimonio, y su testimonio es verdadero, y él sabe que dice verdad, para que también vosotros creáis. Esto ocurrió para que se cumpliera la Escritura:
«No le quebrarán un hueso»;
y en otro lugar la Escritura dice:
«Mirarán al que traspasaron».

C. Después de esto, José de Arimatea, que era discípulo de Jesús aunque oculto por miedo a los judíos, pidió a Pilato que le dejara llevarse el cuerpo de Jesús. Y Pilato lo autorizó. Él fue entonces y se llevó el cuerpo. Llegó también Nicodemo, el que había ido a verlo de noche, y trajo unas cien libras de una mixtura de mirra y áloe.

Tomaron el cuerpo de Jesús y lo envolvieron en los lienzos con los aromas, según se acostumbra a enterrar entre los judíos. Había un huerto en el sitio donde lo crucificaron, y en el huerto, un sepulcro nuevo donde nadie había sido enterrado todavía. Y como para los judíos era el día de la Preparación, y el sepulcro estaba cerca, pusieron allí a Jesús.

Palabra de Dios.

«La esperanza en la cruz: el amor más grande»

Jesús carga con la cruz, sufre y muere por nosotros.

Guardemos silencio.

A veces, cuando sufrimos o vemos a otros sufrir, podemos sentirnos sin esperanza.

Sin embargo, Jesús nos enseña que su amor es más fuerte que el dolor y que nunca nos abandona.

Ante el hecho de la Muerte de Jesús en la Cruz, es lógico preguntarnos:

  1. ¿Cómo es posible que Jesús, siendo el Hijo de Dios, siendo Dios hecho hombre, muera condenado por los hombres en una cruz?
  2. La Pasión de Jesús según San Juan pone de manifiesto que Jesús pudo evitar el sufrimiento, incluso el caer en manos de los que le perseguían. Cuando responde “Yo soy”, a los que iban “con antorchas y armas” a detenerle en el Huerto de los Olivos, todos “retrocedieron y cayeron a tierra”. Si pudo evitar la pasión y la muerte en cruz, ¿por qué no lo hizo?
  3. Incluso Pilato, antes de entregar a Jesús para que lo crucificaran, dijo: “Yo no encuentro en él ninguna culpa”. Y el centurión romano que fue testigo de la muerte de Jesús, al ver lo ocurrido, dice: “Realmente este hombre era justo”. ¿Qué te sugieren estos testimonios? ¿Qué hay detrás de la muerte de un inocente como Jesús?

¡Qué bien si hacemos ORACIÓN ante Jesús que muere en la Cruz!

Señor Jesús, en este Viernes Santo celebramos un momento cumbre de la historia de la humanidad, y especialmente de la historia de nuestra fe cristiana: tu Pasión y tu Muerte en la Cruz. Tú que “pasaste por la vida haciendo el bien”, fuiste condenado a muerte como un malhechor. Por eso, nuestra celebración de esta tarde se llama “Celebración de la Pasión del Señor”. Y requiere hondo silencio y profunda contemplación.

Contemplación de tu Pasión y Muerte a la luz del evangelio de San Juan; y contemplación de tu Cruz para adorar el signo que nos identifica como cristianos.

¡Qué importante escuchar al pie de la Cruz las siete palabras que salen de tu boca tal como nos las transmiten los evangelios! Son oraciones que nos enseñan a orar en situaciones difíciles, a la luz de tu experiencia vivida a punto de morir:

  • “Padre, perdónales porque no saben lo que hacen”.
  • “En verdad te digo, hoy estarás conmigo en el paraíso”.
  • “Dijo a su madre: ‘Mujer, ahí tienes a tu Hijo’. Luego dijo al discípulo: ‘Ahí tienes a tu madre’”.
  • “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?”
  • “Tengo sed”.
  • “Todo está cumplido”.
  • “Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu”.

“Y dicho esto, expiró”. Con otras palabras, “Inclinando la cabeza, entregó el espíritu”.

Amén.