II Domingo del tiempo ordinario (para niños)

Bodas de Caná

Juan 2, 1-12

En aquel tiempo había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí; Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

Faltó el vino, y la madre de Jesús le dijo: – No les queda vino.

Jesús le contestó: – Mujer, déjame, todavía no ha llegado mi hora.

Su madre dijo a los sirvientes: – Haced lo que él diga.

Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien litros cada una.

Jesús les dijo: – Lllenad las tinajas de agua.

Y las llenaron hasta arriba.

Entonces les mandó: – Sacad ahora, y llevádselo al mayordomo.

Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al novio y le dijo: – Todo el mundo pone primero el vino bueno y cuando ya están bebidos, el peor; tú, en cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora.

Así, en Caná de Galilea Jesús comenzó sus signos, manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos en él.

Después bajo a Cafarnaún con su madre y sus hermanos y sus discípulos, pero no se quedaron allí muchos días.

Evangelio dialogado

Narrador: En aquel tiempo había una boda en Caná de Galilea y la madre de Jesús estaba allí, Jesús y sus discípulos estaban también invitados a la boda.

NIÑO1: ¿Y qué tiene que ver una boda con Jesús?

NIÑO2: Pues yo pienso que si invitaron a Jesús hizo bien en acudir; además, ¿no has oído que estaba también su madre?

NIÑO1: Sí, y los discípulos, que eran doce. ¡Vaya gasto para los novios!

Narrador: Tenéis razón. Era costumbre invitar a todos los parientes y amigos, y las celebraciones duraban varios días. Los invitados comían, bebían, bailaban…

NIÑO2: ¿Jesús también? Yo no me lo imagino.

Narrador: Desde luego que sí; le gustaba ver feliz a los demás y participar en su alegría. Pero, pasados los primeros días surgió un problema.

NIÑO1: Ya me lo imagino. Con tanta gente, seguro que se terminó la comida.

NIÑO2: ¡Vaya corte! Eso sí que sería demasiado.

Narrador: Sí. Los novios no tenían mucho dinero, y el vino, que solía beberse en abundancia, comenzó a escasear. Escuchad lo que dijo el criado:

CRIADO: Nos estamos quedando sin vino, y la gente sigue pidiendo. ¡Más vino, queremos más vino!

MARÍA: Jesús, hijo, no les queda vino.

JESÚS: Tranquila, mujer; nosotros somos invitados. ¡Qué nos importa a ti y a mí! Mira, todavía no ha llegado la hora de manifestarme.

MARÍA: Vosotros, los que servís la mesa. Haced lo que Él os diga.

JESÚS: ¿Tenéis tinajas grandes?

CRIADO: Sí, tenemos seis tinajas que son para las purificaciones. En ellas caben lo menos cien litros de agua.

JESÚS: Está bien. Id y llenadlas de agua hasta el borde. Una vez llenas, lleváis un vaso al mayordomo para que lo pruebe.

Narrador: El mayordomo probó luego del vaso, lo paladeó apreciando el contenido, y se fue en busca del novio.

Mayordomo: Todo el mundo pone primero el vino bueno y deja el malo para el final, cuando todos están ya bebidos.

NOVIO: ¡Claro!, así debe ser.

Mayordomo: Entonces, no entiendo por qué mandas tú sacar ahora el vino mejor.

NOVIO: ¿Yo…? ¡No entiendo nada! Si no debía quedar más vino…

Narrador: Y así fue, cómo en Caná de Galilea, Jesús comenzó sus signos. Así manifestó su gloria y creció la fe de sus discípulos. Creyeron más en Jesús. Después bajó a Cafarnaún con su madre y sus discípulos. Pero no se quedaron allí muchos días.

Dibujo realizado por:

Fr. Félix Hernández Mariano

Elaborado por:

Dominicos