AVIVAR LA ESPERANZA

El evangelio de este primer domingo de Adviento del Ciclo C, en medio de notas apocalípticas que hablan de un final y, también, de angustia, miedo y ansiedad; nos hace una invitación a levantarnos y alzar la cabeza porque viene el Hijo del hombre con gran poder y gloria; y con él, nuestra liberación.

El Adviento, este año en medio de noticias de catástrofes naturales -y de las otras-, que parecen ensombrecer y opacar cualquier motivo para la alegría, entre el recuerdo de la venida del Salvador en carne mortal y la promesa de su segunda venida; nos anima a avivar las ascuas de la esperanza siempre presente en nuestras vidas: retirar las cenizas -desilusiones, fracasos, lamentos- de proyectos ya agotados; y soplar, con nuevo aliento -fe, entusiasmo, ganas, esfuerzo, compromiso…-, sobre las ascuas de la esperanza para que, avivada su llama, ésta ilumine nuestra vida alejando de ella cualquier tipo de miedo u oscuridad.

El Señor ha querido formar parte de nuestra vida. El Señor quiere hacernos participes de su Vida.

¡Acojamos su invitación! ¡Preparemos su venida!

¡Dejémonos iluminar por la esperanza!

Señor Jesús, te damos gracias porque nos has concedido la gracia de estrenar un nuevo año litúrgico con este Adviento que es tiempo de esperanza.

En medio de este mundo en que vivimos con tantos problemas de convivencia a nivel nacional e internacional, social y familiar, moral y religioso, tenemos verdadera necesidad de alentar nuestra esperanza, de encontrar razones para vivir con ilusión, de esperar un futuro mejor para las nuevas generaciones.

Nadie mejor que tú, Señor Jesús, que quisiste nacer en Belén con un mensaje de amor –“como el Padre me ama, así os amo yo… Amaos unos a otros”– y  de paz –“paz en la tierra a los hombres que Dios ama”-

Nos preparamos a celebrar tu venida en la Navidad y con ello nos permitas esperar tu segunda venida al final de los tiempos.

No con miedo, sino con alegría y verdadera esperanza.

Por eso nos dices hoy en tu evangelio: “Que no se emboten vuestros corazones con juergas, borracheras y las inquietudes de la vida”.

Sino por el contrario: “Levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación”.

Es decir: Vivid con alegría, con esperanza de un futuro mejor. Y sed libres, porque Cristo nos ha liberado”.

Amén.

PREGUNTAS PARA LA REFLEXIÓN:

  1. Ante la situación de nuestro mundo, ¿cuáles son mis esperanzas para el futuro? ¿Soy optimista o pesimista pensando en lo que nos espera para el futuro?
  2. El mensaje del Adviento es siempre un mensaje de esperanza. ¿En qué se fundamenta esta esperanza cristiana tan importante para nuestra vida?
  3. “Que el Señor os colme y os haga rebosar de amor mutuo y de amor a todos lo mismo que nosotros os amamos a vosotros, y afiance así vuestros corazones de modo que os presentéis ante Dios, nuestro Padre, santos e irreprochables en la venida de nuestro Señor Jesucristo”. ¿Qué te parecen estas palabras de San Pablo en la segunda lectura? ¿Crees que las podemos hacer nuestras y vivirlas de verdad?