III DOMINGO DE CUARESMA ‘CUARESMA 2025’
Evangelio del día
Lectura del SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN Lucas
(13, 1-9)
En aquel tiempo se presentaron algunos a contar a Jesús lo de los galileos, cuya sangre había mezclado Pilato con la de los sacrificios que ofrecían.
Jesús respondió:
«Pensáis que esos galileos eran más pecadores que los demás galileos porque han padecido todo esto? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis lo mismo. O aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre en Siloé y los mató, ¿pensáis que eran más culpables que los demás habitantes de Jerusalén? Os digo que no; y, si no os convertís, todos pereceréis de la misma manera».
Y les dijo esta parábola:
«Uno tenía una higuera plantada en su viña, y fue a buscar fruto en ella, y no lo encontró.
Dijo entonces al viñador:
“Ya ves, tres años llevo viniendo a buscar fruto en esta higuera, y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a perjudicar el terreno?”.
Pero el viñador respondió:
“Señor, déjala todavía este año y mientras tanto yo cavaré alrededor y le echaré estiércol, a ver si da fruto en adelante. Si no, la puedes cortar”».
Palabra de Dios.
Reflexión
Vivimos en un mundo acelerado, en el que todo parece tener que suceder de forma inmediata. En este contexto de inmediatez, es fácil caer en el error de pensar que la vida debe seguir el mismo ritmo vertiginoso.
Sin embargo, el Evangelio de hoy nos llama a la paciencia. En la naturaleza, las cosas suceden lentamente. La higuera que no da fruto es una llamada a cambiar de verdad nuestros corazones, a convertirnos, dando frutos de amor.
Nosotros también necesitamos tiempo para madurar, para pensar y reflexionar para podar, cortar, regar y dar mejores frutos en nuestras vidas.
Preguntas
La 1ª lectura nos cuenta hoy un momento importante de la Historia de la Salvación: Dios encarga a Moisés sacar a su pueblo de la esclavitud de Egipto. Nos hacemos dos preguntas que tienen que ver con nuestra vida:
- “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, conozco sus sufrimientos”. ¿Qué relación existe entre la fe en Dios y la injusticia de los hombres?
- “Moisés dijo: Si me preguntan cuál es tu nombre ¿qué les respondo? Dios dijo a Moisés: ‘Yo soy el que soy’”. ¿Cómo se entiende esta respuesta para decirnos quién es Dios? ¿Qué relación tiene esta respuesta con palabras de Jesús sobre su propia identidad? Palabras como: “Yo soy la luz del mundo”. “Yo soy el pan de vida”. “Yo soy el buen pastor”. “Yo soy el camino, la verdad y la vida”. “Yo soy la resurrección y la vida”. “Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, sabréis que ‘Yo soy’”.
En el evangelio de hoy vemos que algunos cuentan a Jesús dos hechos muy de lamentar: Pilato dio muerte a unos galileos junto al templo de Jerusalén y la torre de Siloé cayó y mató a dieciocho personas.
- “Jesús respondió: ¿Pensáis que esos galileos eran más pecadores que lo demás?… ¿Pensáis que esas dieciocho personas eran más culpables que los demás? Yo os digo que no. Y si no os convertís, todos pereceréis”.
¿Qué te sugiere este texto? ¿No crees que nos está invitando a saber interpretar los hechos a la luz de la fe y sacar una lección para nuestra propia vida? ¿Qué implica eso de “si no os convertís”?
Señor Jesús, gracias porque nos has revelado el misterio de Dios, cómo es Dios. “Nadie conoce el Padre sino el Hijo y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar”. “A Dios nadie lo ha visto jamás; el Hijo Unigénito, que es Dios, y que está en el seno del Padre, nos lo ha dado a conocer”. Revelaste tu nombre a Moisés diciéndole: “Yo soy el que soy”, el que está siempre contigo. Sobre todo, nos has revelado tu misterio de amor en Jesucristo, tu Hijo: “Yo estoy siembre con vosotros hasta el final de los tiempos”.
Hoy, ante los acontecimientos de la vida, a veces desgraciados como los que nos cuenta el evangelio, nos invitas, Señor Jesús, a la conversión, a volver a Dios de corazón y en el actuar de nuestra vida. El camino de la cuaresma es un camino de conversión. Con la parábola de la higuera que no da fruto, nos dices, Señor Jesús, que Dios nos da una nueva oportunidad: “Déjala, no la cortes todavía. La seguiré cuidando a ver si da fruto en adelante”. Tu misericordia, Señor, no tiene límite. Danos, Señor, un corazón misericordioso como el de nuestro Padre Dios.
Amen.