SÁBADO SANTO -S. SANTA 2023-

Evangelio del día

Lectura Evangelio según san Mateo 28, 1-10

Pasado el sábado, al alborear el primer día de la semana, fueron María Magdalena y la otra María a ver el sepulcro. Y de pronto tembló fuertemente la tierra, pues un ángel del Señor, bajando del cielo y acercándose, corrió la piedra y se sentó encima. Su aspecto era de relámpago y su vestido blanco como la nieve; los centinelas temblaron de miedo y quedaron como muertos. El ángel habló a las mujeres:
«Vosotras, no temáis, ya sé que buscáis a Jesús el crucificado. No está aquí: ¡ha resucitado!, como había dicho. Venid a ver el sitio donde yacía e id aprisa a decir a sus discípulos: “Ha resucitado de entre los muertos y va por delante de vosotros a Galilea. Allí lo veréis”. Mirad, os lo he anunciado».
Ellas se marcharon a toda prisa del sepulcro; llenas de miedo y de alegría corrieron a anunciarlo a los discípulos.
De pronto, Jesús les salió al encuentro y les dijo:
«Alegraos».
Ellas se acercaron, le abrazaron los pies y se postraron ante él.
Jesús les dijo:
«No temáis: id a comunicar a mis hermanos que vayan a Galilea; allí me verán».

Palabra de Dios.

Reflexión

Estamos a la espera, guardemos silencio.

Dios hoy, nos vuelve a llamar, viene a buscarnos y quiere encontrarse con nosotros en nuestras heridas y fragilidades, allí donde la oscuridad reina.

Oración

Señor Jesús, hoy Sábado Santo es día de silencio y de acompañar en la soledad a tu Madre, la Virgen María, que sufrió tu muerte al pie de la cruz y acogió tu cuerpo en sus brazos de madre para depositarlo en el sepulcro.

Sábado Santo es sobre todo día de esperanza.

Por eso celebramos en la noche la Vigilia Pascual, “la madre de todas las vigilias” (San Agustín), la principal celebración de todo el año litúrgico.

Tú, Señor, eres la luz representada en cirio pascual que con tu resurrección iluminas las tinieblas de la muerte; y nosotros participamos de tu luz.

Tú, Señor, eres la Palabra presente en las lecturas de esta noche: “lo mismo que Cristo resucitó de entre los muertos por la gloria del Padre, así también nosotros andemos en una vida nueva”; acogemos, Señor, tu palabra para hacerla vida en nuestra propia vida.

Tú, Señor, eres el don de agua viva que salta hasta vida eterna; y nosotros renovamos nuestro bautismo para vivir como hijos de Dios.

Tú, Señor resucitado, eres el pan vivo bajado del cielo; y nosotros nos alimentamos de tu Cuerpo para estar en comunión con tu pensar, tu sentir y tu actuar, como hijos y miembros de la Iglesia que somos.

“Esta es la noche en que, rotas las cadenas de la muerte, Cristo asciende victorioso del abismo. ¡Qué noche tan dichosa en que se une el cielo con la tierra, lo humano y lo divino!” (del Pregón Pascual).

Oh Dios, que has iluminado esta noche santa con la gloria de la resurrección del Señor, aviva en tu Iglesia el espíritu de la adopción filial, para que, renovados en cuerpo y alma, nos entreguemos plenamente a tu servicio.

Amén.